Pero como tú, ningino. José Cretario. ABC Sevilla

La escena se repetía con la liturgia de las cosas grandes hecha por gente pequeña. Teníamos como 15 años. Solía ocurrir los domingos por la tarde pasada las navidades; un día como el de hoy por ejemplo. El lugar era siempre el mismo, la casa de las tías de mi amigo Enrique Bonomi en la calle Justino Matute. No sé si ya tomábamos café. Cinco o seis jóvenes se juntaban alrededor de una estufa. «Pues a escuchar el disco ¿no?». Con la solemnidad acostumbraba llegaba primero el tocadiscos, el «pick-up» (pronunciado picú) y después el disco grande de 33 revoluciones por minuto con Cachorro de perfil.

Tras el «clac» de la aguja que había que echar para atrás para que aquello funcionara empezaba a sonar la música de Albéniz y aquella voz a la que adornaba la retórica de los tiempos: «Sevilla, vocablo musical a cuyo mágico conjuro vibra el espíritud de júbilo y se enciende de alegría el corazón ilusionado». Y depués una marcha, y después una saeta, y después «al compás la cera llora» y después «venía la Virgen llorando» y después «pero como Tú ninguna» y después la calle Sol «y por calle Sol no cabe...».

Ya ven; el recuerdo es como una de las letanías interminables de sus poemas. Porque, en efecto, lo que nos poníamos a escuchar en esas tardes frías para aprender de Semana Santa era el disco basado en el pregón de Antonio Rodríguez Buzón que el poeta grabó años más tarde. Dicen muchos que si ese pregón se pronunciara hoy, el mito se vendría abajo. Yo pienso que todo lo contrario, que aunque respondiendo a las formas y al pensamiento de un momento concreto y una época determinada de nuestra historia, la belleza literaria de ese texto y la emoción que transmite continua provocando las mismas sensaciones que cuando se pronunció aquella mañana del 11 de marzo de 1956. Y va a hacer de eso cincuenta años.

Mientras hoy, transmitidos por radio, televisión e internet tenemos pregones cuyo eco no dura ni una semana, encontrarnos con uno que cumple medio siglo tan vigoroso como cuando nació es como tener un diamante. Hay que preservarlo bien, como las joyas. Porque pregones habrá, pero como tú, como el tuyo, ninguno.

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