Arte Sacro
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La restauración del Simpecado de la Esperanza de Triana por sucesores de Elena Caro


Arte Sacro. Sucesores de Esperanza Elena Caro ha restaurado el Simpecado de la Hermandad de la Esperanza de Triana, devolviendo así a la obra gran parte de su esplendor original.

Fue realizado por el taller regentado por Juan Bautista Gimeno en 1928, dentro de un proceso de renovación del juego de insignias de la cofradía que incluyó también, entre otros, el estandarte, restaurado igualmente por el taller en diciembre de 2014. Fue proyectado por el que fuera asesor artístico de la hermandad, José Recio del Rivero.

Es una pieza textil de una calidad artística excepcional, en la que se combinan un original y conseguido diseño regionalista -directamente inspirado en la cerámica trianera- con una  complejidad técnica y riqueza material sobresaliente, manifestada a través de la magistral combinación de una amplia variedad de materiales, puntos y técnicas del bordado en oro.

Por su estado de conservación, era necesaria una urgente restauración. La obra había sido intervenido anteriormente de manera desafortunada, modificado su estado original especialmente en lo que respecta a los tejidos base, que habían sido sustituidos por otros de ínfima calidad. Por el contrario, los elementos bordados en oro originales se conservaban en su totalidad, aunque presentaban daños como burdas reparaciones puntuales, pérdidas y desgastes de material, así como el oscurecimiento natural que atenuaba el brillo y luminosidad original de los mismos. El elemento que se encontraba en un estado de conservación más delicado era la representación central de la Inmaculada realizada en sedas siguiendo la técnica del matizado, que había perdido en casi toda su extensión el material constitutivo, y alterado su tonalidad original el conservado.

El proyecto, que ha sido abordado con rigor técnico y de forma multidisciplinar por varios especialistas, ha sido dirigido por Carla Elena Meléndez, conservadora-restauradora especialista en textiles con una amplia experiencia profesional en instituciones de reconocido prestigio. Tras un estudio previo de carácter  técnico e histórico-artístico, se planteó  la propuesta de actuación,  comenzando un largo y minucioso tratamiento de restauración, atendiendo a los criterios de intervención recomendados para casos como el estudiado.  Teniendo en cuenta el carácter de obra sacra en uso, frente al empleo exclusivo de criterios conservativos,  se han aplicado criterios de restauración para restituir la integridad material y estética de la obra, como la reintegraciones de volúmenes y la eliminación de determinados elementos no originales. La intervención es fácilmente distinguible, utilizando criterios de diferenciación adecuados en las reintegraciones, materiales compatibles con las técnicas originales y reversibles en la medida de lo posible.

Se ha propuesto un proyecto de intervención restauradora, respetando el original y planteando los tratamientos necesarios para devolver a la obra su correcta lectura e integridad física, y evitar deterioros inmediatos y futuros. Los tratamientos planteados han consistido en la sustitución de los tejidos base -que por no ser  originales y dada  la calidad de sus materiales distorsionaban la correcta lectura de la obra- por un nuevo terciopelo de seda y un tisu de plata de elaboración manual de tonalidad marfil. Los bordados han sido limpiados, se han eliminado las reparaciones anteriores, fijado y consolidado los hilos y reintegrados las pérdidas, siendo finalmente fijados al nuevo tejido base,  consiguiendo mantener el original alrededor de en un 95%. Por su delicado estado y para asegurar su conservación, se ha realizado un réplica de la Inmaculada tomando como referencia tanto el original conservado como su fuente inspiradora: la Inmaculada de Aranjuez de Murillo.

La metodología de trabajo planteada, con los estudios previos  y  proceso de intervención, ha permitido confirmar datos sobre la historia material de la obra, como las dos intervenciones anteriores -una posterior a la década de los sesenta y la última en 1986-, en las que se modificó el color verde original del tisú de la cenefa.  La intervención ha permitido no solo su recuperación material y asegurar su conservación futura, sino poner en valor la obra y conocer en profundidad aspectos técnicos del taller en que fue realizado.










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