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Liturgia. La Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. Jesús Luengo Mena


Hoy, domingo, 26 de noviembre de 2017, la Iglesia celebra la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, en el último domingo del Tiempo Ordinario. El próximo domingo, 3 de diciembre, será el primer domingo de Adviento.

Esta solemnidad fue instituida por Pío XI mediante la Encíclica Quas primas, publicada el 11 de diciembre de 1925, con el fin de afirmar en una sociedad, cada vez más secularizada, la soberanía de Cristo.

En la encíclica, el Papa fijaba la fiesta para el último domingo de octubre, con estas palabras: Por tanto, con nuestra autoridad apostólica, instituimos la fiesta de nuestro Señor Jesucristo Rey, y decretamos que se celebre en todas las partes de la tierra el último domingo de octubre, esto es, el domingo que inmediatamente antecede a la festividad de Todos los Santos[1].

Sin embargo, desde la reforma litúrgica del Vaticano II, con la publicación del Motu Proprio que aprobaba la NUAL[2] y el Calendario, en 1969,  la solemnidad se trasladó al último domingo del Tiempo Ordinario, como colofón al Año Litúrgico.

Pero no sólo se cambió de fecha, sino que también se le dio un aire nuevo: del cierto carácter militar, de soberanía y victoria se ha pasado a celebrar un reino de paz y de amor, de un reinado en el corazón del hombre. Jesucristo ha venido a instaurar un reino de justicia, paz y santidad.

Y podemos preguntarnos ¿por qué la Iglesia instituyó esta solemnidad? El momento histórico en el que se creó fue dentro de un año jubilar y en el XVI Centenario del Concilio de Nicea. El Papa manda que Cristo Rey sea  honrado por todos los católicos del mundo, para poner un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad. Juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos[3]. La institución de la fiesta tiene, pues, una finalidad pedagógica espiritualmente debido al avance del ateísmo y de la secularización. El Papa  quería afirmar la soberana autoridad de Cristo sobre los hombres y sus instituciones.

Como respuesta a ese laicismo que ya comenzaba a ser llamativo, el Papa respondió con la afirmación de la supremacía de Cristo Rey. Cristo reina ahora y siempre. La solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, sintetiza el misterio de la salvación. Cristo es el Rey del universo y de la historia. La fiesta invita a ver a Cristo como el centro de la vida cristiana y como Señor del mundo. Es, pues, una fiesta de hondo contenido teológico.

Y tuvo sus detractores, que la consideraban innecesaria, dado que la fiesta se celebraba ya, implícitamente, en Epifanía, Pascua y Ascensión, que son también fiestas de Cristo Rey.

[1]  Quas Primas, 30.

[2] Normas Universales sobre el Año Litúrgico

[3] Quas Primas, 23.

Foto: Mariano Ruesga Osuna.










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