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Torreblanca se hizo centro de la ciudad con el Vía Crucis del Señor Cautivo ante Pilato


Daniel García Acevedo. Ayer, primer lunes de Cuaresma, como desde hace cuarenta y tres años, el Consejo de Cofradías organizó el rezo del Vía Crucis en el interior de la Catedral de Sevilla.

Este año, y por primera vez desde que se hace este acto, la imagen elegida para presidir este ejercicio piadoso fue una talla de una hermandad de Visperas, concretamente el titular de la hermandad de Torreblanca, el Señor Cautivo ante Pilato.

Debido a la lejanía de este barrio con la Catedral, la hermandad encontró acomodo en la iglesia de Santa Marina, al igual que el año del malogrado Vía Crucis de la Fe, gracias a la disposición de la hermandad de la Resurrección, este año con final feliz como contraposición del anterior.  

El numeroso cortejo comenzó a salir del templo de la calle San Luis a las 16,45 horas. Muchas personas se quedaron perplejas de las cuantiosas parejas de cirios que acompañaron al Señor, a la mayoría de ellas les invito a que se pasen por Torreblanca el Sábado de Pasión para que comprueben que lo de ayer no es flor de un día y si de una hermandad que nunca abandona a sus titulares.

El relevo en el interior de Santa Marina estuvo a cargo de hermanos de la Resurrección. Delante de las andas la Escolanía de la Stma. Trinidad de Alcalá de Guadaira, Capilla musical y el Coro de la hermandad del Dulce Nombre, igualmente de Alcalá de Guadaira. El resto de las hermandades del Viernes de Dolores y Sábado de Pasión acompañaron con cirio, como si fueran hermanos de Torreblanca, quedando los hermanos mayores, también con cirios, en el último tramo.

En el recorrido de ida a la Catedral, el Señor Cautivo fue recibido por las hermandades de Monte-Sión, Amargura, Virgen de la Cabeza y Valle y en los conventos del Espíritu Santo y Santa Ángela de la Cruz.

Una vez llegados a la Catedral, por la Puerta de los Palos, el Arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, acompañó con cirio tras las andas del Señor, junto con el Vicario General, Teodoro León y el delegado de hermandades, Marcelino Manzano. También la junta superior del Consejo de Cofradías figuraba en este lugar del cortejo.

El Vía Crucis se aplicó especialmente por los frutos del Sínodo de los Obispos para los jóvenes, para que el Espíritu Santo ilumine sus trabajos, de manera que la Iglesia encuentre el modo de acompañar a los jóvenes y así reconozcan y acojan la llamada de Cristo al amor y a la vida en plenitud y nos ayuden a identificar el modo más eficaz de anunciar el Evangelio. Se reazaron las estaciones del Vía Crucis de Juan Pablo II, con el siguiente lema “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré”.

La asociación de la Virgen de los Reyes y San Fernando le entregó al hermano mayor la medalla de oro de esta asociación.

Fotos: Fco. Javier Montiel/Juan Alberto García Acevedo.










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