Arte Sacro
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Antonio Sánchez Carrasco. Con Licencia para Fotografiar


Jesús Méndez Lastrucci. Antonio, hasta la presente, para con sus criaturas, había atesorado el título familiar de “tito”. Por ejemplo, traigo del pasado más reciente, cuando fue coetáneo con los cuarenta objetos del profesor, Manuel Jesús Roldán, o partícipe del “Atlas de la Semana Santa”, así mismo del “Simbolismo de la Semana Santa”, o de “Iconografía de la Semana Santa”, triplete de publicaciones del gran Pablo Borrallo, donde nuestro Antonio, ha sido  coautor de las fotografías, junto con sus colegas, Sebas Gallardo, Javier Jiménez, Pedro Aranda y Paco Pérez.

…Y aunque  a los sobrinos se les quiere, ahora, su paternidad plena (texto + fotografías), dulcifica sus facciones, sobre todo cuándo le pregunto a quién ha dedicado su obra. Con los ojos humedecidos de puro agradecimiento, el amigo, sin titubear y lleno de orgullo, me dice que, “a Lola”. Continúa como enfrascado en su mundo, pero  de  un rincón de su corazón, me confiesa que, una vez le pidió a la Señora del Rocío que le mandase a una mujer que lo quisiera…Ella, tras escucharlo, ya  le tenía reservada a su Lola.

Si no los conociera de nada (Antonio y Lola), bien podría tirar de alguna leyenda ancestral, Persa, por lo menos, aludiendo que las marismas se abrieron en dos mitades simétricas, como tal para cual. En medio, desde el mismo centro de la tierra rociera e impulsada por un grupo de regordetes querubines aglutinados a los pies de la Blanca Paloma, impulsaron al exterior a una resplandeciente, Lola, que como una Venus,  cubierta por una franca sonrisa de oreja a oreja, llevaba prendida de sus labios, a punto de pronunciar, el nombre de Antonio. A todo esto, le añadiría de mi cosecha, que en su mano derecha llevaba un rollo de papel fotográfico de 20 m, y en la izquierda, un objetivo de gran angular. Pero no lo veo necesario el adornar nada en esta pareja bien avenida, sólo el amor.

Hablar de Antonio  y comprimir todos sus valores en estas breves líneas, viene a ser lo mismo de dificultoso que le ha supuesto  a él, y me estoy refiriendo al gran ejercicio de síntesis  que ha tenido que ejercer sobre una obra que lleva por título: “El Rocío”. Condensar tanto material, tanto fotográfico así como de las propias vivencias que atesora el autor,  sumadas al  propio estudio de investigación,  es tarea ardua, sobre todo para con un tema del que se podrían escribir tantos libros como hermandades.

El martes nos vemos en el bautizo.










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