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Provincia. Crónica de la X Exaltación Eucarística de Alcalá de Guadaíra


Paco Burgos. Alcalá de Guadaíra celebró su X Exaltación Eucarística, en el incomparable marco de la Iglesia conventual de Santa Clara. Como ya es habitual desde el año 2009, la Antigua y Franciscana Sección alcalareña de la Venerable Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española, ha organizado este pregón de la Eucaristía como pórtico común a todos los cultos que en honor a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar realizan las hermandades de la ciudad. En esta ocasión, el conocido cofrade y catequista alcalareño Jesús Mallado Rodríguez, ha sido el pregonero, despertando las emociones más profundas con su pregón dedicado a Cristo Eucaristía, como ya se adivinaba en la preciosa presentación que de él realizó, María José Gravalosa Morenilla, actual Hermana Mayor de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío.

El acto tuvo lugar el pasado viernes 25 de mayo, estando presidido por el Sr. Arcipreste de la ciudad y Cura Párroco de San Sebastián, Rafael Calderón García; por el Sr. Teniente de Alcalde y Delegado Fiestas Mayores, Enrique Pavón Benítez, y por el Sr. Presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, Antonio Rivas Durán. Asistieron representaciones de miembros de Vida Consagrada: Hijas de la Caridad, de la Casa Rosalía Rendú; Misioneras de Acción Parroquial, de la Parroquia de San Agustín y Siervas del Hogar de la Madre, del Santuario de Nuestra Señora del Águila. Asimismo, asistieron representantes de diversas Hermandades y Agrupaciones Parroquiales, así como adoradores, no solo de la Sección alcalareña, sino de la Sección de Adoración Nocturna de Sevilla, con su Presidente a la cabeza. En lugar destacado se encontraban Sus Majestades los Reyes Magos (los primeros adoradores de Jesús en carne mortal, como ahora es adorado en las Sagradas Especies Eucarísticas).

Comenzó el pregonero con una invocación a su Divina Majestad, dueño y Señor de todos los tiempos. Dios sin rostro ni imagen que está ahí donde no ven más que los ojos del alma; en esa cárcel de amor que es el Sagrario donde habita sin fin, después de haber sido ofrenda de entrega y sacrificio real en la Sagrada Eucaristía. Se dirigió a Él, omnipotente Señor nuestro, deseado de todos los pueblos, piedra angular de la Iglesia y Rey de las naciones. Y manifestó que a Él venimos atraídos por una gracia particular, desde la brecha de la calle, desde el barro de la tierra para acercarnos a ti que te hiciste hombre a imagen y semejanza del Creador. Y lo invocó diciendo: “Hoy queremos sentirnos hijos tuyos desde el soplo de tu Espíritu y lo hacemos con el corazón abierto y con nuestra pobreza espiritual que tú enriqueces con tus dones divinos. Llena nuestro corazón todos los días de ti con tu presencia real en la Eucaristía que es el mejor regalo de despedida que quisiste dejar a tu Iglesia”.

Tras analizar la relación entre Dios y el hombre, se preguntaba el pregonero: ¿cómo podemos contemplar sin más el rostro eucarístico de Cristo si no nos comprometemos a descubrirle en el rostro sufriente de tantos y tantos: en los hambrientos, los enfermos, en los emigrantes… en todos los marginados. Y es que el Evangelio nos interpela: dar a cambio de nada, sabiendo además que nunca nos podrán devolver nada. Mostró cómo podemos sentir el rostro de Cristo en la Eucaristía, siendo puente de esperanza para los que se acercan a nosotros con sus necesidades.

“Cristo Eucaristía, repetimos una y otra vez que es el Sacramento de nuestra fe, el motor, el corazón y la razón de ser de la vida de la Iglesia. Si cada vez que nos reunimos alrededor de su mesa, si confesamos con los labios, si participamos en cuerpo y alma en el memorial de la cena del Señor, en la Eucaristía, experimentamos lo que Dios quiere de nosotros. Que no le dejemos pasar de largo, que no sea un ritual más, que lo acojamos con la fe más viva. Y será así entonces que sus beneficios nos llegarán todos los días y a todas las horas porque todo lo bueno viene de Él”.

El pregonero rememoró su primera noche con Jesús, en su infancia, preparando con la Archicofradía Sacramental de Nuestro Padre Jesús Nazareno el altar de cultos, en una noche que no quería que terminara. Y describió su primer su encuentro con los adoradores del Santísimo Sacramento en la Capilla Sacramental de la Parroquia de Santiago. Un terreno sagrado compuesto por unos fieles que a fuerza de amor y atraídos por una gracia especial rendían devoción y ofrecían sus intenciones a Cristo Eucarístico en la soledad de la capilla Sacramental. Allí estaban los adoradores nocturnos, refugiándose del cansancio de la vida cotidiana, de nubes y temporales, entre versos de metales y escalofríos, entre salmos y plegarias, acompañados por canciones de siglos que parecen compuestas para lentas madrugadas. Paz, serenidad y armonía en ese tiempo pasado que no se marchita. Describió momentos únicos, íntimos, de comunión con Dios hecho Sacramento, y recordó a cada uno de ese antiguo grupo de adoradores de Jesús Sacramentado, teniendo el privilegio de que dos de ellos estuvieran presentes y se emocionaran en su Exaltación Eucarística: Pepín Rodríguez y Joaquín Pérez.

Grupo de fieles, hijos de Alcalá

Bebiendo de su agua y de su cielo

De su fe, sus plegarias y sus anhelos

Derramando versos ante su altar.

 

Compañeros de un mismo caminar

Elevando sus plegarias al cielo

Donde se trilla el albero

Desde el silencio de la “madrugá”.

 

Frío o calor o sueño, qué más da

Otoño, primavera o invierno

Si los corazones siguen ardiendo

Por su Divina Majestad.

 

Su recuerdo siempre quedará

Prendado de los mismos sueños

Que es servir al Señor su dueño

Y a todos los hombres en Hermandad.

Dedicó un apartado de su Exaltación a la oración personal, manifestando la importancia de entrar en contacto con el Dios vivo y verdadero, orar con todo el ser para unirnos a Dios en nuestra memoria, nuestro pensamiento, nuestra voluntad y nuestros sentimientos, dejarlo todo en manos de Él.

Asimismo, dedicó palabras hermosísimas a las Hermanas Clarisas, que desde el cenobio llevan una vida contemplativa, de oración, de encuentro diario con el Señor en la Liturgia de las Horas. Y recordó a monjas que han quedado en la memoria colectiva de la ciudad, como Sor Corazón de Jesús y Sor Celina entre otras muchas que alcanzaron la luz de los justos desde su casa de Alcalá. Y mencionó a cada una de las monjas que componen la actual comunidad.

Monasterio de Santa Clara

Cuatro siglos de silencio

Para dialogar solo con Dios

En lo profundo, en lo secreto.

 

Entre cánticos y glorias

Con la Blancura de un pañuelo

Es entrega de amor

Es meditación y silencio.

 

Ángeles vienen velando

Mientras Alcalá se entrega al sueño

Y una humilde campana va llamando

Convocando a los primeros rezos.

 

Y hay un repliegue de ángeles,

¡Madre estamos con Dios de nuevo!

Y despunta con fuerza la aurora

Y espirales de alegría en el templo.

 

Cuánto eterno descanso aquí, al lado

Corazones buenos que se fueron

Cuántas almas entregadas

Al servicio del Evangelio.

 

Más Dios se ha hecho solidario

Y suscita corazones nuevos

Espíritus jóvenes para encender

Llamas de amor, fuego intenso.

 

Bienvenidas seáis a esta tierra

Que os acoge con los brazos abiertos

Que vuestra renuncia os fructifique

Pisando este mismo albero.

 

Alcalá tiene un cenobio

De Santa Clara fiel espejo

Orgullo de sus madres clarisas

Un cofre de luz, de oración y de cielo.

Realizó Jesús Mallado, el pregonero, una reflexión final: “Hoy cantamos a la fe en la que nos movemos y existimos. Una fe que tiene su autoridad en Dios y es diana de salvación. Una fe que canta la alegría de Cristo Resucitado y que nos pellizca secretamente en la sangre.

Cristo está vivo y es sol, luz y levadura de todos los tiempos y lo manifestamos con júbilo todos los presentes. Sin embargo, es una pena en cambio que tanta gente detrás de esa puerta, nuestras calles, no lo conozca, no tiene a lo mejor una mano que le acompañe a conocerlo. La cultura dominante, el ocio, el bienestar y todo el escaparate de la sociedad te aleja de compromisos y problemas, enseña todo lo contrario y es difícil la enseñanza.

Y aquí viene el reto. Cristo no tiene rostro y nosotros tenemos que ser en el mundo el rostro de Dios. Sin complejos, sin vergüenzas de ningún tipo. Si no seguimos este camino, nuestra conciencia personal, nuestro corazón no podrá sentirse nunca satisfecho, el horizonte no se habrá abierto del todo.

Y a vosotros, adoradores del Santísimo Sacramento que lleváis una etapa fecunda en vuestra misión en esta casa de oración os animamos a seguir perseverando en esta andadura. No es fácil, pero así y todo no desfallezcáis nunca. La mies es mucha, los operarios pocos. Es una constante en la Iglesia.

“Id al mundo y predicad el Evangelio”, y esto os tiene que animar a redoblar vuestros esfuerzos, vuestros talentos, vuestro tiempo y vuestras energía para seguir con tanta generosidad los mandatos evangélicos.

Que Dios os bendiga y os acompañe el amor de la Madre, la Virgen Santísima de los Ángeles, colaboradora y corredentora en la obra de la Salvación.

¡Cristo Eucaristía, Cristo Resucitado, sálvanos!”

Con las meditadas, profundas y vivenciales palabras de Jesús Mallado, quedó patente la grandeza de la existencia de Jesucristo, verdaderamente presente en Cuerpo y Sangre en las Sagradas Especies Eucarísticas. Quienes estuvieron en esta exaltación salieron deseosos de adorar a Jesús Eucaristía, deseosos de celebrar la gran festividad del Santísimo Corpus Christi.

Finalizada su intervención, que estuvo realzada por los bellos cantos de las Hermanas Clarisas desde el coro (“Pan vivo”, “Cerca de Ti, Señor”, “Oh buen Jesús”, “El gran convite”) el pregonero fue recibido como Adorador Honorario de la Sección Alcalareña por su labor al difundir y propagar la devoción al Señor Sacramentado con su magnífica Exaltación, recibiendo el correspondiente diploma acreditativo. El colofón lo puso la hermosa pieza “Cantemos al Amor de los Amores”, himno por excelencia de los adoradores, con toda la asamblea de pie ante el Sagrario.

Fotos: Paco Burgos










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