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“Aquel visionario que soñaba realidades”. Mariano López Montes


A la memoria y en el recuerdo de Manolo Santiago

En la tarde, ya casi anochecida, del pasado Domingo en este Julio casi otoñal que estamos viviendo, el “genio volvió a brotar de nuevo del fondo del alma” como diría mi querido Gustavo Adolfo en su rima dedicada a aquella vieja arpa, que llena de polvo y olvidada yacía en el salón y esta vez no unas notas musicales sino la vivencia de los recuerdos volvieron de nuevo a cobrar vida en la mente y el pensamiento de este que os escribe y que pese a su edad sigue manteniendo viva, en la actualidad la llama siempre viva de los recuerdos y a aquellos amigos que ya marcharon a un mundo mejor, según se cree, ratifican los muy creyentes, pero que pocos que yo conozca, tienen prisa en conocer.

El hecho en sí  ocurrió casi de casualidad sin planteamientos previos a la vuelta de una de mis guardias médicas de este domingo, al regresar a mi casa  próxima al puente que une la calle Torneo con La Cartuja engalanado para la ocasión con los colores blanco y marrón, desde el cual gente de a pie se congregaba para ver y a la vez sentir algo nuevo y diferente en el mundo cofrade, por lo menos hasta donde nos alcanza la memoria.

Al ver aparecer por el rio varias embarcaciones que hacían sonar sus sirenas y delante de la improvisada formación marinera sobre la corriente del viejo rio, uno que capitaneaba la flotilla con la Virgen del Carmen, aquella que reside en el templo que hace ya siglos erigió la leyenda de “la Cruz del rodeo” y que desde hace años reside y recibe como buena señora en su calle Calatrava.

Y otra vez los recuerdos, aquellos fotogramas que forman parte de la película de nuestras vidas y que un día u otro vuelven al presente con la vitalidad de volver a vivirlos. Que  similitud de recuerdos los nuestros y los de los otros; ¡y cómo no! volvió a vivir en mí una noche  de primavera verano de hace ya muchos años, pero que venía a mi memoria con la frescura de lo inmediato. Fue en un bar  o tertulia que se llamó “La Madrugá”, donde ese barman  cofradiero  afincado en el Barrio de San Julian; Y que cariñosamente se llama Juan, alias “Cachotren” para amigos y parroquianos, dispensaba sus elixires de siempre con ese gracejo ilusionante que le caracteriza y como no, dos contertulios de excepción Manolo Santiago capataz inolvidable de cofradías y luis Núñez alias “El Bibí”, aquel costalero y capataz que varios años guió los pasos de su Cachorro, de faz e impasible ademán y retranca siempre asegurada, bueno pues en un momento casi sin darnos cuenta, Manolo Santiago, con su ademán de prestidigitador de ilusiones, sacó de su bolsillo unas solicitudes de hermano de una hermandad a la que el tenia cariño y nos dijo a los dos esta afirmación que desde este escrito quiero compartir con todo el que tenga a bien leerlo: “Tenéis que apuntaros a la Hermandad de mi Virgen del Carmen, que el cariñosamente le llamaba la Chiquitita, que es muy pobrecita y vive al final de la Alameda”. Ante nuestra indiferencia y con esa sonrisa mezcla de mago, pícaro y genio y los gestos que siempre le caracterizaron, siguió hablando ininterrumpidamente: “Si porque esa Virgen del Carmen, la mía y la que yo quiero, hay que pasearla en un barco por el rio Guadalquivir, en una barca llena de flores, con una banda de música tocándole marchas y la gente esperándola en los puentes para rezarle y tirarle flores”.

Recuerdo que con la incredulidad que caracteriza a los jóvenes y en esos años lo éramos, dijimos para nuestros adentros: Otra fantasía, las cosas de Manolo Santiago.

Aquella Virgen y aquel cortejo aparecían sobre mi vista, mecidos por el suave vaivén de estos costaleros fluviales, al ritmo de aquellas antiguas mareas de ese rio que siempre fue patrimonio de esta vieja Sevilla, aquellas otras embarcaciones a modo de tramos o secciones nazarenas, donde tampoco faltaba la música con su banda completa, que caminaba por sus márgenes con las mismas marchas de siempre, eran realidad en estos años donde aquel, su benefactor, aquel hombre sencillo y querido por todos ya no estaba entre nosotros, pues Esta su Señora del Carmen se lo llevo a su lado para siempre.

Videncia, sueño o ficción de aquel hombre sencillo y lleno de ilusión  al que nunca le falto esa alegría ilusionante que echamos tan de menos en la actualidad, aquel hombre adelantado a su tiempo, como en otras facetas que se le conocen, recordemos su apoyo a los niños costaleros a mediados de los setenta, nunca nos dejo indiferentes a todos los que tuvimos la suerte de conocerlo y que en el recuerdo y un domingo del mes de Julio a eso de la atardecida y en el rio Guadalquivir, me demostró que los sueños que se hacen por amor, siempre se convierten en realidad.

 

Fotos: Mariano López Montes










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