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Provincia. Tras años de servicio a Dios en los pobres y enfermos, Sor M.ª Paz, Hija de la Caridad de Alcalá de Guadaira, acude a la casa del Padre


Arte Sacro. Tras 56 años de servicio a Dios, en los pobres y enfermos, Sor M.ª Paz Aranguren Jáuregui, Hija de la Caridad, ha acudido a la Casa del Padre para vivir eternamente. Sor M.ª Paz, natural de Pamplona, enfermera, desarrolló su labor como Hija de la Caridad, fundamentalmente, en el Hospital San Lázaro de Sevilla.

El pasado día 19 de septiembre, Sor María Paz, que había pasado sus últimos años en la Casa Rosalía Rendú, de las Hijas de la Caridad en Alcalá de Guadaíra, probada en la enfermedad y el dolor, con el esmerado cuidado de sus Hermanas, acudió a la llamada del Padre, a encontrarse con su amado Dios Misericordioso, a quien supo encontrar en cada uno de los enfermos y pobres, a los que se dedicó con entrega total y humildad.

El acompañamiento y duelo se desarrolló en la Casa Provincial de las Hijas de la Caridad de la Provincia España-Sur, sita en Sevilla, celebrándose la Misa corpore insepulto el día 20 de septiembre.

Para comprender la importancia de Sor Mª Paz, en su vida terrenal, basta leer las emocionadas palabras que le dedicó su Comunidad de la Casa Rosalía Rendú, de Alcalá de Guadaíra, en la introducción a la Eucaristía por su eterno descanso.

“Vamos a celebrar,  junto al Santo sacrificio de Cristo, la entrega que le hizo Sor Mª Paz de su vida hasta morir, en su servicio a los pobres.

 Ya en su hogar, al lado de su familia vivió su fe y fue descubriendo  el proyecto de Dios para con ella.

Hija de la Caridad desde 1963, ha manifestado el amor de Dios con su cercanía, cariño, apertura, y disponibilidad; total entrega en gratuidad. Con este testimonio ha dejado huellas de luz, de amor y de esperanza. No medía su cansancio sino el aliviar a los demás.

La recuerdan los enfermos de San Lázaro y los familiares que los acompañaban no le eran extraños; vivía la cercanía y la información adecuada. He sido testigo del asombro y emoción y cariño que le mostró uno de sus médicos cuando en su enfermedad de cabeza acudió a él y la reconoció como aquella Hija de la Caridad que encontró en San Lázaro en sus tiempos de estudiante de Medicina y hacía las prácticas en dicho Hospital. Cómo les animaba por su carrera porque les acercaba al mundo del dolor y podrían repartir atención, cercanía y consuelo, les decía. Es que sí, Sor M.ª Paz ha dejado huellas de gozo en su entrega. Igualmente ocurrió en Morón de la Frontera, y aún la llaman y felicitan.

También pudieron observarla desde cerca las Hermanitas en su etapa como Hermana de Oficio en el Seminario de Sevilla.

En Santamarca, cuidó muy bien a las Hermanas mayores y enfermas, las acompañaba, animaba y siempre estaba pendiente de cuanto necesitaran con gran cariño. No digamos los niños que por no ir a la clase, buscaban a Sor M.ª Paz, les ponía el termómetro, les daba un besito, un caramelo, y hasta el desayuno a los más desnutridos.

Sor M.ª Paz, tu vida también ha recorrido constantemente un camino de cruz y sufrimiento: operaciones de cabeza, fracturas en el brazo y esternón, caídas y magullamientos,… se han sucedido y has mirado muchas veces a Cristo Crucificado, te has unido a su sufrimiento y con la oración que tenías sobre tu mesa de noche has unido tus dolores a los suyos y a los de tantos seres humanos que sufren; los ofrecías para la salvación de los hombres junto a los de nuestro Redentor.

Hoy Sor Reyes con tus Hermanas de Comunidad presentes, te acompañan, agradecen a Dios tu caminar junto a ellas, mientras buscábamos juntas agradarle y ser fieles a nuestra vocación. Cómo recordaremos tus exclamaciones tan emotivas en las oraciones, reflexiones e intercambios comunitarios. Aquello de ¡qué bien vivir en Comunidad!, ¡cómo agradezco estar con vosotras en la Comunidad!, ¡qué bien todas unidas en estos intercambios!  Te emocionabas y nos ayudabas.

En esta Eucaristía todos alabamos a Dios y le damos gracias por tu vida, porque supiste traducir el amor recibido de Dios a través de su Palabra y de la  Eucaristía principalmente, al lado de cuantos se han relacionado contigo. También le vamos a pedir que seamos siempre fieles a su proyecto sobre cada uno de nosotros para ser tus testigos en la sociedad actual y que nos envíe numerosas y buenas vocaciones que puedan servirle en nuestros hermanos, los pobres.

A la familia de Sor M.ª Paz le agradecemos su presencia en esta Eucaristía y damos la enhorabuena porque regalasteis a la Compañía de las Hijas de la Caridad a vuestra tía. La vida de Sor Mª Paz ha merecido la pena. Que descanse en paz. Y nos unimos a esta celebración”.

Redacción y fotos: Paco Burgos










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