Arte Sacro
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La Imagen que llora. Jesús Benitez


Aprovechando que el cartelista de este año es hermano de San Esteban aunque también es del Gran Poder, pero a mi me gustaría centrarme en la imagen cristífera de la corporación del martes Santo. Dentro de esta talla, anónima del siglo XVIII, aunque se puede llegar a afirmar que el busto sea del siglo XVI y el resto del cuerpo, lo que completaría la talla ya pertenezca al siglo XVIII. Pero bueno, ahora no vengo a hablaros de las fechas, si no de algo que a mi me parece especial de esta imagen, que son las lágrimas que recorren sus mejillas.

Es la Imagen que llora de Sevilla (aunque es cierto que ya encontramos otras imágenes que contienen lágrimas) y que por mucho que intentemos, no encontraremos una mirada igual en otro Cristo que no sea el de San Esteban. Unas lágrimas de cristal que representan el momento de más dolor del Señor, cuando ya después de haber sido flagelado, de haberlo coronado de espinas, tras ponerle una clámide de púrpura y una caña en forma de cetro, se empiezan a burlar de Él. Lo peor que ha hecho el hombre, sin darse cuenta de la magnitud de tal error, burlarse de su Padre y es ahí, dónde Dios no puede hacer otra cosa que rezar y se le saltan las lágrimas.

La burla, es una de las causas que más dolor representa y no por ellos es menos común, podemos ver burlas ya hasta en los niños más pequeños dónde por una tontería ya se pueden decir de todo, hasta en los adolescentes e incuso en los más mayores. Todos en algún momento hemos sido testigo de alguna burla y por minúscula que parezca, duele en el corazón y se te marca hasta el final de tu vida, eso le pasó a Nuestro Padre Jesús de la Salud y Buen Viaje. Esas lágrimas del dolor que podemos ver cómo surcan sus mejillas, no las vemos en un crucificado, en un nazareno, en un cautivo, las vemos en el momento de la burla, de las risas de sus hijos cuando más débil se encontraba.

Él en cambio y siendo el hijo de Dios, no hace nada, simplemente llora y traga, porque sabe que aunque nosotros en ese momento no lo viéramos, Él, ese hebreo, flagelado, coronado de espinas y posteriormente crucificado como decían las escrituras, nos estaba  salvando del fin del mundo. Vino para cumplir una misión y la llevó a cabo y sabía que nos estaba cuidando e incluso dando su vida por nosotros, cómo haría cualquier padre por sus hijos.

Y cuando se han burlado de nosotros, cuando ya en el corazón notamos que nos falta lo que más hace falta en este mundo, el cariño, llega la Madre para levantarnos de nuevo. Porque aunque parezcamos los seres más duros de la tierra, cuando nos falta cariño nos falta todo. Así nos sentimos, desamparados, sin nadie a quién ir, sin nadie a quién hablarle, sin nadie a quién irle a llorar, pero en San Esteban, esas lágrimas sí que encuentran a quién ir, porque después de ver pasar el misterio de la verdad vemos llegar a la Madre del hijo que después de todo nos ampara. Cuando nos sintamos desamparados sólo hay que pasarse por San Esteban. Cada martes Santo esos nazarenos de color celeste y crema nos ayudan a comprender que todo está ahí y que incluso cuando todo parece que se acaba, tan sólo hay que esperar unos minutos para que nuestra Madre de los Desamparados nos vuelva a alegrar y podamos seguir viviendo nuestra vida. El transcurrir de esta cofradía es cómo la vida misma.  Siempre sentimos por la espalda, ese apoyo que necesitamos cuando nos falta todo.

Lo peor, es que después si tenemos una época en que no nos pasa, nos olvidamos de Ellos, pero en cambio Él si sigue ahí, siempre en su ventana y derramando esa lágrima por Tí, porque es tu Padre y que cuando vuelvas a caer, cuando te sientas como Él estuvo esa tarde en tiempos de Poncio Pilatos, maltratado, burlado y sobretodo llorando porque ya no sabes que poder hacer, con una lágrima y una mirada te dirá vuelve a por todas, levántate que ya viene ahí mi Madre que sabe cómo te sientes y Ella siempre te está amparado en su palio.

Es, la Imagen que llora, la que nos hace reflexionar porque no hay otra igual, porque nadie ha sido capaz de representar ese misterio. Es un gesto tan humano, llorar, pero a la vez tan divino por todo lo que representa, por todo lo que nos hace ver y reflexionar.

Cada martes Santo, en ese misterio, vemos reflejada la burla de la vida, cómo tratamos nosotros, sus hijos, al Señor, nos reímos, nos burlamos, le escupimos, le coronamos de espinas, le pusimos una caña en modo de cetro y con ella una clámide y Él en cambio, llora y nos salva a todos dándonos la vida eterna. En la puerta de Carmona se encuentra el milagro de la vida y todo reflejado en unas lágrimas de cristal...

Jesús Benitez

Foto: Juan Alberto García Acevedo.










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