Arte Sacro
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La soledad de Tu mirada… Alberto García Espinosa


Sin darnos cuenta, noviembre encendió hace unos días los braseros de picón entre bostezos de luna y comenzó a deshojar fríos de escarcha junto al calor de los abrazos.

La luz de la primavera aguarda paciente en un zaguán del tiempo a desvestirse de tarde, y las calles de la ciudad agiraldada desandan las baldosas de los recuerdos a estas horas para secarle las penas a la Amargura

Secarle las penas a la Amargura.. bendita quimera de cofrade…

Porque nadie puede secarle las lágrimas al eco mudo que respira soledades tras los muros de San Juan de la Palma. Ni siquiera ese Discípulo Amado que estos días acomoda sus silencios tras los cierros de su sevillania y que, cuando el cerrojo de la iglesia enmudece, corre despavorido hasta donde Ella remienda tinieblas y letanías para envolverla con las manos, con el alma, con la palabra ausente y callada.

Pero es que en torno a Ella todo sabe a tinieblas y a letanías; todo huele a quebrantos y a preocupaciones; todo sabe a angustias y a melancolías…

En torno a Ella, Dios delimita con arenas movedizas las sombras de su reino sin fin y encala en versos de locura la sinrazón del dolor, la congoja de los sueños, la esperanza que habita en los bolsillos del rio.

En torno a Ella, todo suspiro se despedaza; todo desconsuelo mordido se arremolina; todo sollozo se empequeñece…

Uno va a su encuentro, y Ella es la que te encuentra en ese quiebro desgastado por los rezos y que cada uno de nosotros tenemos alojado entre las alforjas del verbo amar y que se conjuga entre los labios cuando un simple beso se escapa de las costuras de nuestra piel para fundirse con su piel de costura.

Pero a pesar de estar rodeada, Ella está vacía, rota, descosida..

Ella está ausente, contrita, atormentada..

Ella no es Ella… sino una octava parte de lo que un día fue, antes de que el veneno de la amargura acabara por devorarle las entrañas, por quemarle los latidos, por asolarle la melaconlia …

Ainsssss Amargura…

Quién pudiera espantar de tu blancura la negrura de tus espantos..

Ainssss Amargura…

Quién pudiera calmarte la condena escribiéndote un romance sin medida, sin ritmo, sin memoria..

Ainssss Amargura…

Quién pudiera arrancarte la soledad de Tu mirada…

 

 

Fotos: Fco Javier Montiel










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