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Cántico de Simeón (Nunc Dimitttis) (Lc 2, 29-32) durante la antigua liturgia de la Candelaria. F.J. Barrrgán de la Rosa


La presencia del Cántico Evangélico de Simeón en la fiesta de la Candelaria y en la Oración “Completas” previa al momento del sueño

La Candelaria era una celebración con doble motivo: en primer lugar fiesta de la Purificación de María y en segundo lugar fiesta de Cristo como Luz de las naciones y gloria de Israel. Actualmente sólo se considera como fiesta de Cristo, aunque por un indulto eclesiástico, la tradición permanece especialmente en España e Iberoamérica, siguiéndose celebrándose esta Fiesta según el molde antiguo como eminentemente “fiesta mariana” en muchos sitios donde goza de una especial devoción la “Virgen de las Candelas”. Como veremos en la tradicional liturgia de esa fiesta (exclusivamente en latín como todas las ceremonias eclesiales) se concatenaban: primero Oficio de Tercia, después la procesión y finalmente se acababa con la Misa Solemne. En esta entrañable Fiesta popular y litúrgica tiene un protagonismo recurrente el cántico evangélico “Nunc Dimittis” que va a constituir el tema principal de este artículo. El tema será encuadrado esencialmente en la Historia de la Liturgia, dejamos al margen pues aquí otros aspectos antropológicos de la fiesta [1].

Siguiendo con este preámbulo, hablemos ahora en general de los únicos tres cánticos (prosa poética) existentes en el Evangelio, cuyas características tienen un perfecto encaje respectivamente en las súplicas y alabanzas del amanecer, atardecer y prima nocte (Benedictus= Laudes, Magnificat= Vísperas y Nunc Dimittís= Completas). Aparecen en el Breviario de las Horas siempre constituyendo el colofón de adoración en las respectivas oraciones diarias que se corresponden con esos tres importantes momentos del día [2][3].

El himno  a modo de resumen-conclusión de la liturgia Completas siempre toma las palabras textuales del cántico Simeón (Nunc Dimittis, que es lo que nos interesa destacar de manera particular de la temática de este artículo). Este canto final subraya que confiamos en Jesús como auténtico Mesías y nueva Luz del mundo. Así pedimos resucitar con Él después del sueño de la noche, y que metafóricamente también nos traslade, pasando por las tinieblas nocturnas, a un nuevo amanecer “transitorio” en la tierra o “definitivo” en el cielo. El significado de Completas expresa nuestra entrega a Dios, quien con amor durante la noche vigila la vida de los cristianos mientras duermen, porque bajo el signo del sueño prueban la muerte. La confianza en Dios “se completa” con la fe en que “su” gracia nos va a sacar de las tinieblas. Luz, Gracia y Poderío de nuestro Salvador están perfectamente sellados con el cántico de Simeón.

Nunc Dimittis (Canticus Simeonis) y la extensión de su uso a la Festividad litúrgica tradicional del día de la Candelaria. Descripción de la liturgia matutina de la Fiesta de la Purificación de María y Presentación de Jesús como consagrado a Dios en el Templo de Jerusalén.

Después de haber establecido un preámbulo sobre el Cántico de Simeón en el contexto de la Liturgia de las Horas, ahora nos enfocamos ya en el prolífico uso que se hace de él durante la fiesta de la Calendaria, objetivo último de este artículo. La Fiesta de la Calendaria ha sido considerada como la fiesta de los niños y de las madres, de ahí el enorme fervor popular que siempre ha gozado tanto su procesión como su misa solemne.

Texto en Castellano del cántico de Simeón (Nunc Dimittis Lc 2, 29:32).

<<Ahora, Señor, puedes según tu promesa dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre Gloria al Hijo y al Espíritu Santo;

Como era en el principio, ahora y siempre por los siglo de los siglos. Amén>>.

El cántico de Simeón se llama así por las primeras palabras del texto evangélico puesto en boca de ese anciano y santo varón quien  cada día esperaba como inminente la llegada del Mesías a las puertas del Templo de Jerusalén, palabras traducidas desde el texto griego al latín (Nunc dimittis=Ahora puedes dejar marchar [a tu siervo]...) Simeón vio cumplida su esperanza de ver al Mesías antes de su muerte según una revelación profética del Altísimo.

Ahora vamos a encuadrar los momentos en que se canta el “Nunc Dimittís” en la Fiesta de la Purificación de María del 2 de febrero (hoy esta fiesta ha sido reformada) y explicar porqué tiene un papel estrella en ella, que le llevó en la antigüedad a formar parte del acervo popular. Este cántico destaca durante la bendición de las velas y a veces durante la procesión alrededor de la iglesia, también en el contexto de la misa solemne de la Fiesta de la Purificación de María y Presentación de Jesús del día 2 de Febrero. Este día, justo cuarenta días después de la Navidad del 25 de Diciembre se cierra el tiempo litúrgico de Navidad y coincide astronómicamente con el día considerado que el astro rey empieza a recuperar su vigor. La razón es porque precisamente el 2 de Febrero se tiene una hora más de luz solar respecto al día de Navidad.

De acuerdo al Misal Romano, la Fiesta de la Calendaria empieza en el contexto del rezo de la Hora Tercia. En primer lugar el celebrante de la misa siempre situado en el lateral del altar desde donde lee la Epístola, vestido con la estola y capa pluvial de color púrpura, comienza a desarrollar el Oficio. A continuación bendice las velas o candelas (las cuales deben ser elaboradas con ceras de abeja), de tal manera que el oficiante tras haber cantado o recitado las cinco oraciones prescritas con referencias a Simeón, tras la quinta y última oración de bendición se cantaba un prefacio y seguía la antífona “Ave María”. Seguidamente el oficiante se dirige a dónde están apiladas las candelas que se rocían e inciensan, al punto las distribuye primero al clero y luego a los laicos. A partir de ese instante, el coro canta machaconamente "El Cantico de Simeón (Nunc Dimittis) mientras dura toda esa ceremonia. Según la costumbre medieval de cantar las antífonas, se repite la antífona "Lumen ad revelationem gentium et gloriam plebis tuæ Israel" después de cada verso que es proclamado por los laicos. Por tanto, el último versículo, “Lumen ad revelationem…” del cántico, es usado también como antífona que no sólo precede y sigue a cada versículo, sino también a las dos estrofas finales de la exaltación trinitaria “Gloria Patri et..” y al “Sicut erat…”.

Como se aprecia, el texto del cántico “Nunc Dimittis” recibe gran prominencia tanto en las cinco oraciones que  van delante de la bendición de las “candelas”, como durante la misma bendición y reparto. El simbolismo del cántico y de su antífona está subrayado por su repetición continua hasta que todas las velas de la Candelaria (Virgen y Madre oferente) se han encendido. A continuación el coro empezaba a cantar de manera cíclica la antífona "Adorna thalamum tuum, Sion"(“Sión, adorna tu tálamo nupcial para recibir a Cristo Rey [entregado por María]” mientras dura la consiguiente y corta procesión externa con las “candelas encendidas” (todo formaba parte del Oficio de Tercia). Sin embargo en poblaciones rurales donde no había coro, frecuentemente el pueblo permanecía cantando durante la procesión, respondiendo siempre al salmista con la antífona "Lumen ad revelationem” (“estribillo sencillo” del Nunc Dimittis, conocido por todos aunque fuese en latín). Al continuar con la Santa Misa, aparece de nuevo el cántico completo “Nunc Dimittis”, pero ahora en forma de Tracto salmodiado por un solista; ejecutado tras el Gradual, en el momento anterior al Aleluya y al Evangelio de la Presentación de Jesús en el Templo. Precisamente es el lector (que oficia como diácono) quien cantando como solista, quien además proclama el indicado evangelio en latín referido al niño Jesús, María, Simeón y Ana correspondiente a esta Misa Solemne. Volvamos ahora a la procesión circular y solemne para describirla en detalle. Ésta se dirigía hacia la puerta, generalmente saliendo de la iglesia y volviendo a entrar por la misma, aunque otras veces es una procesión interior, pero que acababa siempre en el altar. La procesión representa la entrada de Cristo, que es la Luz del Mundo, en el Templo de Jerusalén. Durante la procesión todos los presentes llevan las “candelas” encendidas en sus manos acompañando a veces, a un paso con la imagen de María con dos palomas a sus pies que remataba el cortejo. Se trata de una imagen de la Virgen normalmente vestida toda de blanco y una vela en la mano derecha, pues la celebración de la Purificación de María y Consagración de Jesús tiene connotaciones bautismales (la vela y la túnica blanca del neófito). El coro como, dijimos, cantaba la antífona "Adorna thalamum tuum, Sion", compuesta por San Juan Damasceno, una de los pocas piezas cuyos texto y música, la Iglesia Romana ha tomado prestada de los griegos y que también solía ser interpretada el día de Navidad.

Desde la Edad Media la “procesión de las candelas” se ordenaba de la siguiente forma: los fieles a la cabecera, seguían el coro y finalmente el preste acompañado a cada lado por diácono y subdiácono, sin embargo posteriormente al menos tras Trento, se colocó al remate de la procesión una imagen de la Virgen. La procesión iba a visitar el cementerio que rodeaba a la iglesia, dando una vuelta en círculo para regresar al templo por la misma puerta. Otro preste con la imagen del Niño Dios recibía en la puerta a la procesión, entregándosela entonces al oficiante. Los fieles permanecían después en la nave, mientras el clero atravesaba la nave de la iglesia dirigiéndose hacia el altar mientras el coro, ya situado delante del presbiterio, continuaba cantando. A la conclusión de la procesión, al entrar solo el preste con sus dos asistentes al Santuario, depositaba la imagen del Niño Jesús unos pasos delante del altar, en ese intervalo el coro cantaba el responsorio "Gaude Maria Virgo" o alguna otra antífona en honor a la Santísima Virgen. Finalizada así la considerada Hora de Tercia, se seguía de manera normal con la celebración de la Misa de la Festividad.

Fuentes:

Holweck, Frederick. "Candlemas." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908.

“Fiesta de la Purificación de María”. Enciclopedia Católica de Aciprensa en su web https://ec.aciprensa.com/wiki/Fiesta_de_la_Purificaci%C3%B3n_de_Mar%C3%ADa u.v.04/02/2020

Artículo “Nunc Dimittis” de D.J.N. en la web Mercaba

https://mercaba.org/DJN/N/nunc_dimittis.htm  u.v.04/02/2020

Notas:

[1] Por razones de espacio vamos a prescindir de los actos referidos  celebración festiva “popular” de la Candelaria, aunque unida íntimamente a la propia liturgia matinal, aparecen unos elementos etnográficos propios como “velas o candelas”, palomas, hogueras, papel de los niños y mujeres, tortas y roscas, uso de la planta de romero etc . Todo ello se  puede consultar el trabajo “La devoción a la Virgen de la Candelaria y la celebración popular de su fiesta” Barragán de la Rosa F.J. en https://sites.google.com/site/costumbresdecoriadelrio/home/la-devocion-a-la-virgen-de-la-candelaria-y-la-celebracion-popular-de-su-fiesta (última vista 30/01/2020)

[2] El Salterio Primitivo (compendio de los 150 salmos según su orden bíblico versionados para cantarse)  fue usado para el Oficio Divino o de las Horas plasmándose  por primera vez por escrito en latín en el siglo IV, trabajo atribuido a San Jerónimo quien se basó en unos anteriores textos griegos que el santo reelaboró. Aunque no es hasta el s. XII cuando aparece el Salterio Litúrgico, toma una estructura “horaria”, es decir en que todos los salmos se distribuyen en las distintas Horas Canónicas y se renuncia la estructura “diurnal contínua”, i.e. canto continuo en los días de la semana hasta completar el orden bíblico los 150 salmos.

[3] Como hemos indicado, en concordancia con el significado de cada una de esas tres horas aparecen distribuidos los tres cánticos evangélicos. En Laudes agradecemos con el cántico de Zacarías que Dios nos da la vida para poder realizar su obra en ese día y empezarlo de cara a Dios. En Vísperas al atardecer agradecemos los dones y las gracias recibidos de Dios durante esa jornada. Lo hacemos con las palabras tomadas de la Bienaventurada Virgen María cuando ella al llegar a casa de su prima Isabel (ambas embarazadas), después de una jornada de viaje, prorrumpió en alabanzas que “magnifican” a Dios. Finalmente Completas preparan para un santo descanso nocturno con el discurso de Simeón.










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