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Liturgia. El cálculo de la fecha de la Pascua: La Epacta. Jesús Luengo Mena


La cuestión de la determinación de la fecha para la celebración de la Pascua cristiana ha sido uno de los temas más polémicos y aún no resueltos para todos los cristianos. La Iglesia, en el Concilio de Nicea reunido el año 325, dispuso que la Pascua se celebrase el primer domingo que hubiese tras el primer plenilunio del equinoccio de primavera, o dicho de otra manera, el domingo que sigue a la primera luna llena que haya después del 22 de marzo. Ese mismo concilio encargó a la Iglesia de Alejandría, por la fuerte tradición astronómica de aquella ciudad, el determinar cada año la fiesta de la Pascua. Así, el patriarca de Alejandría, al comenzar el año, enviaba una carta, que han pasado a la historia con el nombre de cartas festales, al resto de Iglesias informando de la fecha de la Pascua y las celebraciones que de ella dependían –Cuaresma, Semana Santa, Pentecostés.

Haciendo un poco de historia, ya en el primer concilio de Arlés (Francia) del año 314, convocado por Constantino, que condenó la herejía donatista[1], se obligó a toda la Cristiandad a celebrar la Pascua el mismo día. La fecha la fijaría el Papa, que enviaría cartas a todas las iglesias del mundo con las instrucciones pertinentes. Sin embargo, no todas las iglesias siguieron este precepto. Hubo que esperar al concilio de Nicea del año 325 para llegar a una solución, estableciéndose que la Pascua de Resurrección había de ser celebrada cumpliendo unas determinadas normas: que la Pascua se celebrase siempre en domingo; que no coincidiese nunca con la Pascua judía, que se celebraba independientemente del día de la semana, para evitar confusiones entre ambas religiones y que los cristianos no celebrasen nunca la Pascua dos veces en el mismo año[2]. No obstante, siguió habiendo diferencias entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Alejandría, si bien el Concilio de Nicea dio la razón a los alejandrinos, estableciéndose la costumbre de que la fecha de la Pascua se calculaba en Alejandría, que lo comunicaba a Roma, la cual difundía el cálculo al resto de la cristiandad, conservándose hoy día la costumbre, aún vigente, de leer el calendario movible en el día de Reyes, 6 de enero, Epifanía del Señor, tras la proclamación del Evangelio. 

Finalmente, en el año 525, el monje y erudito Dionisio el Exiguo convenció de las bondades del cálculo alejandrino, creándose el anno domini o método más exacto de su tiempo para calcular la Pascua, con el ciclo metónico de 19 años[3].

Así pues, para el cálculo hay que establecer unas premisas iniciales: 
La Pascua ha de celebrarse siempre en domingo, y este domingo ha de ser el siguiente al plenilunio pascual (la primera luna llena de la primavera boreal)[4]. Si esta fecha cayese en domingo, la Pascua se trasladará al domingo siguiente para evitar la coincidencia con la Pascua judía.  Este equinoccio tiene lugar el 20 o 21 de marzo. Así las cosas, queda claro que la Pascua de Resurrección no puede ser antes del 22 de marzo (en caso de que el 21 y plenilunio fuese sábado), y tampoco puede ser más tarde del 25 de abril. Suponiendo que el 21 de marzo fuese el día siguiente al plenilunio, habría que esperar una lunación completa (29 días) para llegar al siguiente plenilunio, que sería el 18 de abril, el cual, si cayese en domingo, desplazaría la Pascua una semana para evitar la coincidencia con la pascua judía, quedando: 18 + 7 el 25 de abril. 

Y para calcular las lunaciones entra en juego la epacta, que dejamos para otro próximo artículo.

[1] Herejía producida en las iglesias norteafricanas a principio del siglo IV encabezada por Donato,  obispo de Cartago, que defendía básicamente  dos afirmaciones: que la Iglesia está formada por hombres buenos y santos y que los sacramentos administrados por ministros indignos eran inválidos.

[2] Hoy nos parece raro, pero tiene su explicación porque el año nuevo empezaba en el equinoccio primaveral, por lo que se prohibía la celebración de la Pascua antes del equinoccio real (astronómicamente hablando, antes de la entrada del Sol en Aries). 

[3] Se llama ciclo metónico por el astrónomo y matemático Metón de Atenas, que sobre el 432 a.C. calculó que la Luna tiene un ciclo de 19 años para que repita en los mismos días del año las mismas fases.

[4] La luna pascual es aquella cuyo plenilunio tiene lugar en el equinoccio de primavera del hemisferio norte (de otoño en el sur) o inmediatamente después.










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