Tramos de caramelo. Antonio Sánchez Carrasco
Estos días de ausencias. Estoy echando de menos hasta a los nazarenos de caramelos. Puede hacer como 35 años fácilmente que no me como, o al menos un trozo, de un nazareno de los que su túnica y su cuerpo eran caramelo al 100%. Yo era más de estos que de los otros que dentro traían caramelos. Yo siempre fui de no dejar pistas. Nada que te incriminara. Solías partirle de un bocado el capirote y a partir de ahí empezabas a chuparlo hasta que parecía que le había llovido a la cofradía en la calle. De ahí pasabas al penitente. Entonces se iniciaba un compás de espera en el que tratabas de no comerte el nazareno que tanto ansiabas ver por las calles el resto del año.
Pero al final seguías bocado a bocado, hasta que lo liquidabas. Siempre hubo quien experimentaba con ellos, hartos de tanta azúcar. “Me han dicho que si los pones en la candela...”.
Con el tiempo aparecieron nazarenos de galleta, de gominolas, en piruletas, en cupcakes..., pero nada como aquellos primitivos ladrillos. Aquellos tramos de azúcar concentrada y moldeada que ahora me vienen a la memoria. Espero que mi amigo Carlos los mantenga en el escaparate de Los Ángeles para poder recordarlos cuando esta pesadilla pase.
#YavamosaestarenelTaquilla #Tratendeserfelices
Foto: Antonio Sánchez Carrasco.
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