Donde la piedra y la ventana. Antonio Sánchez Carrasco

Esta claro que a los que nos gustan las cofradías guardamos un rinconcito de nuestro corazón en muchas de las iglesias de Sevilla, justo al lado de muchas de sus imágenes y sus gentes.

Así me pasó ayer con San Esteban. Durante mucho tiempo fui adoptado en la Puerta de Carmona. Un tiempo de soledades y apoyos en los que me hice de la Hermandad celeste. Cogí por costumbre pasarme a ver al Señor de la ventana cada vez que iba de viaje. Era como una pequeña pleitesia al Señor que tanto sabía de rogativas previas a los viajes.

Con el tiempo gracias a Miguel Ángel y Guillermo pude ver en cercanía como su priostía dedicaba todo ese amor a los titulares, el que suelen dedicar los priostes y sus auxiliares. Montajes de cultos, de palios..., y la cara de mi Lola expectante al ver como subía el techo de amor bordado que lleva la Virgen de los Desamparados. Aquella Virgen que un año vi como sus costaleros y capataces pelean con la piedra para poder ponerla en la calle. Justo cuando esta noticia salte ya será Miércoles Santo y ya el trago de mis amigos habrá pasado, lo que me alegrará por ellos y por Elena que también hubiera vestido su alma de celeste. Pronto nos acercaremos un mediodía a la Puerta Carmona a almorzar con ellos y mientras comentamos lo mal que lo pasamos esta semana nos asomaremos a la piedra y a la ventana para agradecer al Señor que llora la Salud de los nuestros.

#Asínohayquienlosupere

Foto: Miguel Ángel Sánchez Jaramillo.

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