Granada pasa por Coria. Antonio Sánchez Carrasco

En ese deambular rociero, con la cámara al hombro. Ayer lunes hubiéramos desembarcado en Coria del Río. Este año se cumplía el cincuentenario del paso de las hermandades en la barcaza que cruza el Río hasta el pueblo sevillano.

Hoy habríamos cogido el coche para aparcar lo antes posible y que no se nos escapara Santa Fe, que suele ir antes que Granada y si tardamos mucho en aparcar nos la perdemos.

El pueblo de Coria se viste de fiesta y se nota que todo se prepara para que el Rocío arranque. Su hermandad sale el martes y los lunes son para paladear las vísperas.

Hubo un tiempo en el que el Simpecao (sin comillas ea) de Granada cruzaba de noche con la barcaza llena de bengalas. Era una imagen hermosa pero peligrosa a la vez. Así que ahora hubiera pasado con la atardecida, con esos reflejos púrpura y dorados que ponen fin a los días de primavera.

La Carreta con la arquería nazarí y la fuente de los leones de la Alhambra como peana del Simpecao, la veríamos adentrarse en el pueblo abarrotado y allí caería la noche. En alguno de los bares cercanos, brindando por la vida y visitando a la Estrella en su iglesia, con esa pleitesía que rinde cada hermandad que por aquellas calles corianas pasa.

Pasa otro día de camino sin camino. Pasan unos sueños que quedaron en recuerdos. Se abre paso la nostalgia entre las brumas de la pandemia. Mañana seguiremos soñando caminos.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.