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Los martes, de Santa Marta


Virginia López. Los martes tengo una cita con los lectores de Arte Sacro. Y cada martes, los devotos de Santa Marta tienen una cita con ella pudiendo elegir entre el Convento de la Encarnación y la Iglesia de San Andrés. O pueden visitar ambos, bien por la mañana cuando el Convento abre a las 8 y se puede disfrutar de un apacible paseo por la Plaza Virgen de los Reyes; bien por la tarde acudiendo a la Misa de la Hermandad homónima, a las 20.30h.

Os sugiero comprar los famosos “recortes”. Aquel que no espera a repartirlos en casa, será el que abra la bolsa antes de tiempo y se surta de unos cuantos, mientras deambula por la Plaza de Santa Marta. Y después de la misa, excusado es sugerir pararse en el Bar Santa Marta; eso sí, si sois de los tocados por la fortuna de pillar velador sin guardar cola, habéis rematado el día.

“Recortes” del Convento de la Encarnación.

Sin ánimo de parecer frívola, quisiera trazar un recorrido por los lugares de la ciudad que veneran, de un modo u otro, a Marta de Betania. Así nos alimentamos material y espiritualmente, como la incondicional anfitriona de Jesús de Nazaret.

El Convento de la Encarnación de agustinas fue fundado en el año 1591 en unos terrenos próximos a la calle Dados, hoy Puente y Pellón. Fue derribado por los franceses en 1810 y tras diversas vicisitudes, la comunidad recaló en el antiguo Hospital de Santa Marta, cuya propiedad les cedió el Cardenal Bueno Monreal.

En los años 70 una profunda y desacertada remodelación se llevó por delante muros, vigas, artesonados y mil elementos más del viejo hospicio que había sido fundado por el Arcediano de Écija, Ferrán Martínez, un personaje capaz de lo peor – sus sermones antijudaicos provocaron el progromo contra la judería sevillana en el año 1391 – y, librándose en vida de su crimen, tuvo un destello de caridad postrera al dejar en testamento todos sus bienes a la fundación de un hospital para pobres.

 

Convento de la Encarnación.

En la actualidad hay más vestigios del hospital en el exterior que en el interior del convento, por esos destrozos mencionados y, sobre todo, por conservarse ese encanto de espacio completamente aislado del fragor de la ciudad.

En la pequeñísima iglesia del convento, más bien capilla, alojada en parte de lo que fuera una qubba islámica – el hospital se asentó sobre la Mezquita de los Ossos –, corona el retablo de Ribas una figura de Santa Marta sin valor artístico pero con todos sus atributos. Es el único recuerdo de la santa. Si nos situamos en la parte de la fachada de los comercios hacia la Plaza del Triunfo, concretamente en la puerta que hace el número 1, la veremos de nuevo. En esta ocasión es una figura de terracota – también con sus alegorías – en una hornacina y dos escudos formando pendant, curiosamente idénticos. Pese a que puedo describirlos con los ojos cerrados, me he detenido expresamente mientras escribía el artículo, para cerciorarme de que, efectivamente, en el de la derecha las figuras de las copatronas Santas Justa y Rufina con su sempiterna Giralda, es un altorrelieve de mayor tamaño que el bajorrelieve parejo.

 

La imagen de Santa Marta en la Iglesia del Convento de la Encarnación.

Las tres piezas constituyen un vestigio del antiguo hospital, junto con los restos visibles en la fachada que gira hacia Mateos Gago. Son elementos arquitectónicos mudéjares de la antigua rábita, por tanto sin rastro de la santa En las huellas religiosas del antiguo adarve – Humilladero, casa del Padre Torres Padilla, escritos de Angelita Guerrero – también verificamos una absoluta ausencia de la santa.

 

Entrada a la Plaza de Santa Marta.

Llama la atención que la Catedral no albergue alguna imagen de bulto redondo y que la única alusión a Santa Marta sea una pequeña pintura anónima y quinientista en la Capilla de Santa Ana. Que no hubiera alguna ermita u hospedería dedicada o una hermandad donde procesionara como la de Santa Lucía, resulta más sorprendente aún.

No sé si son conscientes que de no fundarse la Hermandad de Santa Marta, no solo hubiéramos seguido sin sacar en procesión un Cristo en el  Traslado al Sepulcro, como durante siglos ocurriera en nuestra Semana Santa; sino que no habría ninguna manifestación pública de dulía a Santa Marta en Sevilla, privándonos de la bellísima imagen que tallara Sebastián Santos en 1950.

 

Santa Marta de Sebastián Santos.

Y es que la Hermandad de Santa Marta pese a su seriedad de ruán y su origen gremial, fue fundada en pleno siglo XX. Un grupo de hosteleros quiso fundar una Hermandad de Gloria en honor a su patrona pero poco después se transforma en Hermandad de Penitencia, eligiendo ese pasaje evangélico donde Marta y su hermana María pudieron estar con las otras Marías.

En realidad el conocimiento que tenemos de Marta en los Evangelios de San Lucas y de San Juan gira en torno a su espacio doméstico en ese bonancible pueblecito cercano a Jerusalén e identificado como Betania. Puede haber dudas porque el nombre de la localidad no es citado.

Los Evangelios nos muestran los ámbitos sociales que tuvo Jesús: familia, discípulos y amigos. Marta y sus hermanos María y Lázaro eran amados por Jesús, que se regocijaba en visitar a sus amigos. Son tres los momentos en que aparece esta familia:

-Jesús los visita y aparecen descritas las dos personalidades de la vida religiosa femenina, contemplativa y activa, siendo la primera la fuente de toda actitud. Por eso Marta, tras la explicación de Jesús, deja sus quehaceres domésticos y se sienta a escuchar al Maestro como había hecho su hermana María desde el inicio de la visita. El espíritu ha de alimentarse antes que la carne. 

-Posteriormente tiene lugar la Resurrección de Lázaro donde Marta aparece como discípula del Señor y manifestando su entera fe al Hijo de Dios. 

-Y en el pasaje de la Unción a Jesús, nuevamente se manifiesta la dualidad entre hermanas aunque se confunde a María de Betania como María de Maddala, La Magdalena.

 

Cristo en casa de Marta y María, obra de Velázquez de 1618 pintada en Sevilla.

Pero es Marta la que tiene festividad propia en el calendario litúrgico, el 29 de julio, la que ha despertado devoción entre los hacendosos del hogar y la protagonista de relatos medievales  que la sitúan en Francia, nada menos.

Según la Leyenda Dorada, Marta y sus hermanos salieron de Judea en torno al año 48 a.C. – 1900 años después se funda la hermandad sevillana – y en compañía de San Maximino – quien les bautizó pero al ser un personaje del siglo III ya vemos la incongruencia que palidece ante el desenlace del relato – tomaron un barco sin vela, queriendo la Providencia que los vientos los condujeran a la Provenza. Allí arribaron en Avignon, futura ciudad papal, y en Aix. Una variante destaca el hecho fundamental por el que Santa Marta es conocida, situándola en Tarascón, donde un dragón atemorizaba la villa. Con una cruz en la mano, Santa Marta roció a la bestia con agua bendita domesticándola. Allí moriría siendo enterrada en la Colegiata donde se veneran hoy día sus reliquias. Y otra variante vincula Santa Marta con la localidad alicantina de Villajoyosa donde detuvo el ataque de piratas beréberes en 1538, tras la invocación de sus gentes que la recuerdan desde entonces anualmente en su fiesta de Moros y Cristianos.

 

Tumba de Santa Marta, en Tarascón (Francia).

No podemos dejar de tener presente que es la patrona de La Algaba y Los Morales. Y que la localidad venezolana Santa Marta, segunda del país, fue fundada por el trianero Rodrigo de Bastidas en el día de su festividad.

En Sevilla no existe la calle Santa Marta, aunque estaría relacionada con ella la calle Acetres donde residían los caldereros. El antiguo adarve anexo al Hospital de Santa Marta es hoy la Plaza de Santa Marta, confundida a veces con el espacio frontal a la Iglesia de San Andrés que es el producto del derribo de una casa que dejó al descubierto las calles Daoiz y Angostillo.

 

Así era la calle Orfila en su confluencia con las calles Daoiz y Angostillo hasta los años 70. Al fondo a la derecha se ven los merlones de la Iglesia de San Andrés.

Hisopo y acetre conforman su iconografía. Elementos legendarios y no evangélicos; es el peso de la piadosa tradición. Donde mejor se aprecian es en el retablo cerámico que la hermandad tuvo a bien colocar en una fecha tan reciente como 2017. Con tamaño y ubicación idóneos, su diseño  queda a la altura de la imagen.

El origen de los días de la semana, sabido es que es romano, excepto el domingo que cambió por el Cristianismo. La dedicación de los martes a Santa Marta no es por afinidad etimológica sino porque el segundo día de la semana es el más laborioso. Y se le reza 9 martes seguidos a la que también es considerada patrona de lo imposible.

Qué tengan un buen martes y Santa Marta interceda en la reapertura de la hostelería, tan afectada como otros gremios.

Fotos: curiosidadesycofradias.blogspot (1)- Sevillapedia (2)- Sevilla Daily Photo (3)- Diario de Sevilla (4)- Hermandad de Santa Marta (5) - Wikipedia (6 y 7) - El pasado de Sevilla (8).










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