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El Taller de Sucesores de Elena Caro recupera un diseño original de Ignacio Gómez Millan


Arte Sacro. El taller de bordados de Sucesores de Elena Caro, regentado por Carlota Elena se encuentra realizando un simpecado para la Virgen de Consolación de Cartaya, rescatando un diseño original no ejecutado del prestigioso diseñador Ignacio Gómez Millán, que trabajó para este taller realizando los diseños de obras emblemáticas como los palios de la Macarena, el Buen Fin, los Gitanos o los Panaderos, la saya de volante de la Macarena, el Simpecado del Rocío de Triana, entre un largo etcétera. 

Reseña del Simpecado (Gonzalo Navarro)

Simpecado de Ntra. Sra. de Consolación de Cartaya

Diseño: Ignacio Gómez Millán (h. 1930-1935)

Ejecución: Sucesores de Elena Caro y José María Méndez, Jarén (2020)

El pasado 12 de septiembre fue presentada la última obra del taller de Caro: el simpecado de la Hermandad de Ntra. Sra. de Consolación de Cartaya (Huelva). Se trata de una pieza ejecutada en el taller de los Sucesores de Esperanza Elena Caro, en base a un proyecto original de Ignacio Gómez Millán, centrada por una pintura realizada por José María Méndez “Jarén”, coordinando el proyecto Gonzalo Navarro.

El diseño, inédito hasta el momento, fue localizado en el archivo taller, siendo obra del prestigioso proyectista Ignacio Gómez Millán (1900-1978), dibujante del histórico taller entre las décadas de 1920 y 1940, encuadrándose su realización hacia 1930-1935. De inspiración neo-rocalla, puede considerarse un ejemplo destacado del personalísimo estilo de Gómez Millán, cuya aportación fue fundamental en el desarrollo de las artes suntuarias en el Regionalismo sevillano.

La ejecución material del proyecto en cuanto al bordado ha sido llevada a cabo por el taller de Sucesores de Esperanza Elena Caro, bajo la dirección de Carlota Elena, Licenciada en Bellas Artes y gerente del taller; con el asesoramiento artístico de Gonzalo Navarro, Licenciado en Bellas Artes especialista en Artes Suntuarias. En la materialización se ha perseguido una correspondencia entre diseño y técnica, de tal modo que en el resultado final fuese palpable una total fidelidad al diseño original de Ignacio Gómez Millán así como al estilo propio del centenario obrador sevillano de la familia Caro.

La obra se encuadra dentro de los tejidos con decoración en superficie, debido a su carácter ornamental y a la preponderancia de la decoración realizada mediante bordado en oro sobre el tejido liso. En este caso, se trata de un tisú de plata de tonalidad marfil realizado realizado en telar manual en los talleres de la Casa Garín, de Valencia. El forro, de moaré rosa, hace referencia al color identificativo de la hermandad.

El resultado, por la elaborada combinación de procedimientos y materiales, es un conjunto de excepcional riqueza y complejidad técnica en lo que respecta al bordado. Se disponen, sobre el delicado soporte, hilos de oro de una infinidad de tipos y calibres, combinados con “jiraspes" de distintos colores, junto a otros elementos metálicos como canutillos, lentejuelas y “huevecillos”, que se alternan en los distintos procedimientos tanto del bordado en hilos tendidos como del bordado en relieve. Así, sobresalen en la obra el bordado con hojilla y con cartulinas, éste último a base de rellenos que crean elementos de complejos volúmenes por el empleo de “paredillas”; el ya casi desaparecido bordado matizado o “milanés”; y numerosos puntos como “mosqueta”, ”dado”, “puntita”, “ladrillo”, “cetillo”, “media onda” y “pespunte”, tanto simples como combinados.

La cordonería, inspirada en modelos antiguos, ha sido realizada en la sevillana Casa Rodríguez.

Pintura para el Simpecado de Nuestra Señora de Consolación de Cartaya (Jaren)

Todo encargo es un nuevo reto, pero cuando la misión no es solo satisfacer a la persona sino que la obra tenga una función transcendente de divulgación, el concepto es más interesante. No es solo una acumulación de datos, sino que la mayoría debe potenciar el mensaje del principal: estar, pero sin distraer.

Muchos eran los elementos a añadir en esta obra, pero la atención en la venerada imagen no podía perderse y su silueta debía ser reconocible a distancia al tratarse de un soporte móvil.

La Virgen de Consolación de Cartaya aparece en un rompimiento de gloria sobre la vista de la ermita, como edificio donde recibe culto y elemento indisoluble a la advocación. Los ángeles la sustentan y acompañan en la parte inferior, respetando su espacio, salvo las cabezas de querubines que ayudan a ordenar la composición.

La imagen aparece entre nubes, en el cojín con el que forma parte, portando junto al cetro una rosa, atributo histórico de la Virgen y una de las letanías lauretanas con las que se la invoca: "Rosa Mística". En uno de los escudos aparece la de su nombre, "Consoladora de los Afligidos", sobre el anagrama de María. Un anagrama del Dulce Nombre de María sobre un resplandor alusivo a la fiesta principal de la Hermandad. En relación directa, el culto al Dulce Nombre de Jesús y a su Sagrado Corazón se ve reflejado en el corazón de plata, que luce el Niño en su pecho en el mes de junio y en las fiestas.

También aparecen en la pintura las letanías a las que hace referencia en los "Gozos o Coplas de la Novena" el sacerdote de Cartaya Juan Gabriel de Contreras, gran impulsor de la devoción, en 1797: "Puerta del Cielo" a la izquierda inferior de la obra, "Casa Dorada" en el lado derecho y "Estrella Matutina" sobre la ermita.

La Virgen de Consolación ha sido históricamente la devoción protectora del pueblo, recurriendo a Ella ante epidemias y sequías, por ello, de manera popular, se la considera y denomina "Madre y Protectora de Cartaya". título o tratamiento que aparece en la filacteria que portan los querubines, y cuya segunda parte "Ruega por nosotros" se entrevé invertida como si la tinta traspasara la tela. Por ello pisa el motivo de la incertidumbre de estos tiempos que vividos: un coronavirus, cual serpiente del apocalipsis que debe desaparecer.

Unos ángeles portan a un lado dos óvalos con el anagrama de María y la advocación, antes mencionadas, y con el escudo de Cartaya. Al otro lado los frutos de la tierra: un pez por el carácter protector sobre la gente del mar, pues son muchos los hechos milagrosos en naufragios, y piñas piñoneras y fresas por la labor agrícola, una unificación del pasado y del presente, de la continuidad de la devoción a lo largo de la historia con los frutos de los antepasados y los de los tiempos actuales.










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