El dolor de después. Antonio Sánchez Carrasco

La  mañana de ayer sábado oí el Ángelus en la Capilla de la Pura. En esa pequeña Catedral que antiguamente daba entrada a Sevilla por el Postigo de los Azacanes y ahora es conocido por el aceite que entraba hacia Sevilla desde el Aljarafe, las Indias o desde donde buenamente viniera. Hoy desayunamos unos amigos y yo en el bar Candelaria y ahí la mirada dolorida de Antonio viendo a su Cristo elevarse al cielo de Sevilla siendo Rey de Triana no me dejaba ninguna duda, estamos doloridos. Y no solo por la pandemia y por los que se nos han ido. También por lo que se nos ha escapado entre los dedos y la resiliencia.

Asumimos que no había otra manera de hacerlo pero no podemos evitar el pellizco de mi amigo Antonio en su bar contándome los cambios de su Cristo en un video en la tele y el mío en el Postigo rezando bajo la mascarilla por donde pasa mi Cautivo, aquella sinfonía de la Pasión de Linares que crece desde el suelo, doy fe soy de las pocas personas en este mundo que han sentido al que yo bese pasar bajo mía, y notar como esa segunda melodía va creciendo bajo mis pies hasta que se convierte en la banda sonora de un momento de nuestras vidas.

Pronto, esperemos, darán con la cura o con la vacuna pero ese instante de dolor interno no nos lo quita nadie. Esperemos pronto llenar la resiliencia de momentos dulces y que el momento pandemia se quede en un recuerdo y en una película del sábado a mediodía.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.