Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo Ordinario
  • martes, 21 de mayo de 2024
  • faltan 327 días para el Domingo de Ramos

…Y este año tampoco va a poder ser. Mariano López Montes.


Si, porque año tras año cometemos los mismos errores. Nos cargamos las pilas de la ilusión pensando que este año por fin, y pese a quien le pese, nos va a tocar el “gordo lotero”. Y desde finales o un poco antes de los calores veraniegos nos entra ese gusanillo irrefrenable de la compra del décimo, que para cada uno de nosotros es el mejor. Porque para eso es el nuestro y si es de nuestra hermandad mucho mejor, con doble motivo. Al final y como pasa siempre el mismo día 22 o 23 a lo más tarde, nos pasa lo de siempre, rotura en mil pedazos del decimito y propósito airado de no comprar más, aunque este antídoto, mitad colera y mitad envidia, solo dura hasta el comienzo del estío en el que de nuevo nos nace el mito de la ilusión. Algunos más condescendientes y fieles a esa esperanza que nunca se pierde apuestan por la de Niño. Porque la verdad que ese recién nacido nunca puede traer nada malo.

La verdad es que esa Diosa Romana, que se llama Fortuna, nunca ha sido muy generosa con esta ciudad y las cofradías en particular. Y nunca o casi nunca ha hecho sonar ese cuerno de la abundancia por estos lares. ¡Vamos!, que de ese cuerno o cornucopia que se asemeja a las trompetas y cornetas que acompañan nuestras procesiones, con ese “tachin-tachin” que tanto nos gusta y esas melodías con más pedigrí de nuestras bandas de música, en lo referente a la suerte, salen menos notas musicales que las que acompañan a mi Cofradía del Viernes Santo. ¿Cuál será?....

Solamente en una ocasión hace muchos años el premio gordo de La Lotería del Niño cayó en una Cofradía Sevillana, y tenemos que remontarnos hasta el año 1938 en que el numero 14.248 agració a una Hermandad del Domingo de Ramos, el premio ascendía nada mas y nada menos a 1.034.000 pesetas de la época.

Como dato anecdótico los vecinos del barrio y hermanos agraciados con el premio hicieron generosos donativos para el nuevo y grandioso paso de Misterio que se estaba realizando. Como recuerdo de aquella efemérides, próximo a la cartela delantera de forma muy discreta, figura aquel número 14.248 que tanta fortuna trajo para la reconstrucción de la cofradía en aquellos tiempos difíciles.

La Lotería de Navidad siempre ha sido un recurso importante para la economía de nuestras hermandades y si no que se lo pregunten a algunos gestores en los tiempos de crisis del mal llamado “vil metal” y de plena actualidad en este año “horribilis” que estamos pasando.

De aquellas papeletas con fotos multicolores de los Titulares, al simple escudo en las cofradías serias, discretas, que muchos hoy día denominan “rancias” se ha pasado a ese igualitarismo estandarizado del Decimo que actualmente es lo que predomina y se impone cada vez más, naturalmente formalizado por el escudo de la hermandad al reverso. Existen algunos Mayordomos que encargan los décimos a muchos kilómetros de Sevilla, quizás para darle fantasía al juego o para hacer picar a los posibles compradores que así pueden huir del “mal fario” que muchos creen que tenemos.

Todo en esta vida tiene sus pros y sus contras, las papeletas o participaciones tenían de positivo además del dinerillo que se jugaba que era más “apañaito”, el llenar bares y comercios con las imágenes representativas del barrio, zona o identificación de los propietarios o empleados.

Como parte negativa nunca era el que no te tocara que era lo normal, la dificultad residía en que te tocara lo que popularmente se le llama “un pellizquito” o el reintegro y te acercaras a la hermandad a cobrar, ya que para eso los aviesos Mayordomos desarrollaban unas habilidades innatas para asegurar el perfil del cargo, necesario para todo buen gestor de cofradías que se precie, esa cara de jugador impávido de póker, esa simpatía natural que en momentos como estos brillaba por su ausencia, y aparecía de nuevo en momentos recaudatorios, es lo que comúnmente llamamos “barrer pa dentro, o barrer pa fuera”, y esto un buen Mayordomo lo tenía que tener muy claro, ¡Ah!, y otra habilidad que se me olvidaba, era la cualidad de estos señores que aunque fueran permanentes en las Mayordomías durante el resto del año, afloraba estos días con la práctica del arte del escapismo como si del mismo Houdini (escapista austro Húngaro) se tratara, o bien un absentismo premeditado y catarral para estos días de enero, que por otra parte era lo normal.

Total que las papeletitas y el pellizquito pasaban a la historia como aquellos y antiguos “pellizquitos de monja” de nuestra niñez, que todo el mundo recuerda pero nunca dejaron marca.

Elemento fundamental en la venta de esta lotería cofradiera era aquellas señoras muy integradas en la hermandad que con sus mejores galas, se sentaban (en petitoria) en esas mesas con mantel de terciopelo, verdaderas y efectivas recaudadoras como Hacienda, que ofertaban en los Besamanos, que este año no existen, un importante y oficial punto de venta de estas participaciones junto con toda clase de estampas, fotos y una nueva industria que el Márketing cofrade actual ha ido innovando, incluso abarcando a la oferta gastronómica no apta para diabéticos, salidos de las manos angelicales de los conventos.

Un buen abrigo de pieles o un buen chaquetón clásico pero de esmerado diseño era ideal para afrontar esta colaboración desinteresada y supervisada por nuestros queridos Mayordomos. El problema venia de cintura para abajo porque en este particular “mundo de abajo” aunque se adornara con faldones de “cierto pelo”, hacia un frio que pelaba la mayoría de las veces, pero siempre o casi siempre había un generoso prioste, avisado capiller o sacristán que proporcionara el calentador eléctrico de turno que aliviaba los escalofríos y los dolores artrósicos de las señoras practicantes de esta actividad, casi siempre relacionada con los valores de sexo género femenino, como se dice ahora, porque la verdad un tío allí sentado no se vería del todo bien.

Vaya desde estas líneas mi testimonio de admiración y afecto a este colectivo que podríamos llamar recaudatorio, y que no ha sido nunca musa de inspiración a la ingente cantidad de modernos rapsodas que escriben en nuestras páginas de boletines y revistas.

El fundamental problema de este año es que cuando escribo estas líneas todos estamos lleno de la ilusión y la esperanza de que este año por fin nos va a tocar algo gordo en la Hermandad. Por eso todos caemos en la tentación de comprar un decimito, no vaya a ser que toque y ese hermano que me cae tan gordo, valga la redundancia, que siempre me lleva la contraria, que ostenta un puesto más importante en la cofradía, y que además no me votó en las últimas elecciones, se lleve algún dinerito, y yo me quede con lo puesto como siempre.

Bueno pues vaticino por experiencia que cuando el actual multi étnico grupo de niños de San Idelfonso nos cante su cansina “Coñata en do menor” de todos los años el 22 de diciembre, no nos dedicaran ni un acorde, como siempre.

Este año tendremos que conformarnos con La Salud, porque además este año no saldrá a nuestras calles, ni en San Gonzalo, La Carretería, La Candelaria o Los Gitanos. Y además este año con eso de la pandemia la cosa esta que arde, por otra parte no nos podremos conformar como hacemos todo los años, porque, no va a existir una Primavera con un nuevo y esplendoroso Domingo de Ramos, ni una amanecida de Viernes Santo, ni la ilusión de ser nazareno, monaguillo o costalero. Solo la Ilusión se alimentara con nuestros recuerdos y la felicidad que podamos conseguir cada uno, recordando este año con más fuerza que nunca el popular dicho de ¡¡ Dios aprieta, pero no ahoga!!.

Ni habrá Cabalgata de Reyes, ni Campanilleros callejeros. Y la calle y las fiestas parecerán carentes de alma y solo se podrá vivir en el recuerdo personal de cada uno, aunque reconozco que al final lo que verdaderamente echaremos de menos este año y sobre todo el compartirlo en la calle. No será para los cofrades esa Estrella luminosa y brillante del Cortejo Real del 5 de enero, sino aquella otra Estrella solitaria que este año se quedará un año mas y serán dos en su Barrio de Triana. Tampoco haremos en falta aquellos briosos y orientalizados corceles de la cabalgata montados por esos emires de maquillaje de betún, porque aunque no soy mucho del Pineda ni jamás he asistido a clases de hípica, me conformo con esas dos orejas tiesas de La Borriquita que al son de la Marcha Cristo del Amor baja despacio por la empinada rampa del Salvador, lo que nos da el pálpito un año mas de que todo ha comenzado de nuevo. Y en referencia a los tronos reales multicolores y brillantes de Melchor, Gaspar y Baltasar, me sigo quedando con ese trono que pertenece al Rey Herodes, porque después de haberlo llevado casi toda mi vida, algo de experiencia y cariño siempre se le coge.

 

Ilustraciones: Archivo de Mariano López Montes










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.