Feria en hermandad. Javier Ramos Sáez.

Miembros de una hermandad penitencial de Sevilla decidieron quedar un día de Feria para cambiar impresiones sobre lo sucedido en su estación de penitencia y para afianzar lazos de unión entre ellos.

En ese grupo de varios jóvenes se mezclaban los cargos de junta con auxiliares, acólitos y hermanos comunes. Un fiel reflejo del verdadero espíritu de las hermandades: la fraternidad y los lazos de unión. Ahí los muchachos aparcaban sus puestos y jerarquizaciones para abrir el corazón y comulgar con los demás sin tapujos ni vergüenzas.

En un verdadero grupo se fraterniza sin ver su condición social o económica, sin ver qué tipo de marca lleva en la ropa y sin saber de dónde proviene. En ese día confluyeron los verdaderos aspectos de lo que significa una hermandad obviando la realidad de las hermandades, mucho más duras en sus relaciones internas con sus tradicionales conflictos entre hermanos y sus diferentes rencillas fruto de una hipócrita envidia.

El día en el Real se les hizo corto pero intenso, y ya dijo Pipino ‘el Breve’ que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Pues así, como circunscribo con el adagio latino, fue un día breve pero con un buen sabor de los que dejan huella en el alma.

Este también es un reflejo del buen momento por el que pasa su grupo joven mucho más activo que en su pasado y del que ahora mismo lleva las riendas de su hermandad. Con una excelente relación entre ellos, con el apoyo de todos los que componen el grupo y con el respaldo de su Junta de Gobierno.

Se están viviendo momentos buenos en la juventud de esta histórica hermandad en el que cada año salen sus imágenes a la calle con la mayor compostura y cuyo cristo es de los más devotos en Sevilla.

Nada más –y nada menos-. El año que viene Dios dirá si ese día fue fruto del azar o de una divina providencia.