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Jueves pastoreños. La Realeza Universal de María, bandera de gloria de nuestra Hermandad (I). Francisco Javier Segura Márquez


Entre todas las Verdades de Fe que la Iglesia ha ido confesando acerca de los Privilegios de María Santísima, Madre de Nuestro Señor Jesucristo, la piadosa creencia de su Asunción en Cuerpo y Alma a los Cielos, amén de su propia grandeza, ha llevado siempre aparejada la certeza de la Coronación de Nuestra Señora, por parte de Dios Uno y Trino, como Reina de Todo lo Creado. Nuestra Hermandad, amén de defender con Voto particular la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, siguiendo la tradición española extendida desde la Baja Edad Media, como sabemos, proclamó en 1903 el Voto Asuncionista, la primera en el mundo, y en 1926 el Voto de la Mediación de la Virgen entre el Padre Dios y los hombres, siendo la segunda Hermandad tras la del Carmen de Calatrava, en emitir Juramento acerca de su defensa y creencia.

 

Habría que aguardar a la Definición Dogmática de la Asunción de Nuestra Señora (1 de Noviembre de 1950) para que la Realeza Universal de María Santísima fuera también loable creencia popular, merecedora de ser declarada, también por el Santo Padre Pío XII, en virtud de la Encíclica “Ad Coeli Reginam” de 11 de Octubre de 1954 (Fiesta por entonces, de la Maternidad de María hasta que se trasladó al día 1 de Enero en 1969). 

Pío XII lo afirma solemnemente: "La Beatísima María debe ser llamada Reina, no sólo por ra­zón de su Maternidad Divina, sino también porque cooperó íntimamente a nuestra salvación. Así como Cristo, nuevo Adán, es Rey nuestro, no sólo por ser Hijo de Dios sino tam­bién nuestro Redentor, con cierta analogía, se puede afirmar que María es Reina, no sólo por ser Madre de Dios sino tam­bién, como nueva Eva, porque fue asociada al nuevo Adán".

 

La piadosa costumbre de representar a la Divina Pastora, ya desde el lienzo primigenio, con una corona sobre sus sienes, sostenida por ángeles o reposando sobre su cabeza, afianzó a lo largo de los siglos la devoción de la Corporación a la Realeza Universal de Nuestra Señora. 

Si el día 1 de Noviembre de 1950 la Asunción ya era Dogma de Fe, era loable consagrarse a la creencia de la Realeza Universal. Ante la certeza de la Proclamación Dogmática, evitando coincidir con los Cultos en honor de la Virgen de los Reyes, por consejo de Sebastián y Bandarán, aprovechando además el Bicentenario de la muerte de Fray Isidoro (se cumpliría el día 7 de dicho mes) la Hermandad trasladó sus cultos de Agosto-Septiembre a estas fechas, celebrando la Solemne Novena tras la procesión extraordinaria del día 12, en la que participó la Divina Pastora por invitación expresa del Cardenal Segura y Sáenz, siempre sensible a la histórica creencia del Pastorado Universal de María unido a su Realeza como Madre del Sumo Rey, Cordero y Pastor Jesucristo.










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