Cuando acaba enero. Antonio Sánchez Carrasco

Termina enero, el mes dedicado a Jano, el Dios Romano del principio y el final de las cosas. Van pasando las semanas  con ese irremisible desprecio que tiene el tiempo a nuestras vidas y otra vez volvimos a sentir el abrazo de Cristo en la calle, en San Julián.  La Semana Santa está hecha de trocitos de nosotros mismos, de los que somos anónimos y de los que no lo son  tanto, como Eduardo Bejarano  que dejó el martillo de la Patrona para siempre, en esa chicotá hasta el cielo que acabamos dando todos, yo que soy del 72 el único capataz de la Virgen a la que rezaban los Reyes que he conocido. O el trocito de María que se fue de la calle Larga de Triana hasta donde su Estrella la esperaba para el sueño eterno. La mujer que aprendió a ver desde el corazón cuando le fallaron los ojos. Los que la queríamos  siempre  la tendremos presente en esos tres hijos y nietos que son amigos del que esto escribe.

Amigos, la familia que te da la vida. Siempre con vosotros. El frío de enero nos trajo el Refugio de María, de esa María madre de mi tío el que se confesaba comunista y nazareno de San Bernardo. En esa dualidad en la que todos los males del Covid pasan por desinfectar una parihuela mientras un autobús lleva sus barras horas y horas con más manos puestas que la barandilla del juzgado. Pero bueno llámenme paranoico sacro. Por no seguir por el terreno conspiranoico, ya empezaron a llegar boletines y a oler a incienso en mi salón mientras YouTube nos traía trocitos de recuerdos de un tiempo en el que la pasión y la fe nos llegaba en cualquier rincón de la ciudad. Enero al terminar provoca esa extraña sensación entre melancolía y esperanza que también conocemos en esta ciudad. Y es que Sevilla es un estado de ánimo. La hermosa sincronía entre la alegría y la pena que produce el sentirse vivo y de vez en cuando una cervecita...engaa!!!.

Poco a poco vamos andando pasos, vamos vislumbrando un horizonte menos incierto e inquietante. Hoy que los Negros, #Pastordixit ya conocen el cartel que les recuerda el tiempo en el que llegó su Cristo un tiempo en el que las fiestas populares acababan con peleas y lanzamientos de palos según escribió el padre Pedro de León, al menos hemos evolucionado ahora los tiramos homologados y de PVC, aunque hemos involucionado porque en esos tiempo el corregidor sancionaba a los involucrados y no a los que salían o entraban por las puertas y se cruzaban con los altercados. La Sevilla de siempre la que nos corre por los pulsos como esa droga iluminada que nos ayuda a vivir. Sigan cuidándose y viviendo. El lunes que viene quedará una semana menos

Foto: Fco. Javier Montiel.

#LosLunesAlSol