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Provincia. Santa María de Escardiel Coronada regresó a su Ermita tras dos años en Castilblanco de los Arroyos


Manuel Pinto Montero. Y pasarán cinco años... Así rezaba el Coro de Escardiel el pasado sábado cuando un pueblo entero despedía a la Santísima Virgen tras dos años en los que el pueblo de Castilblanco de los Arroyos ha vivido un tiempo de gracia en medio de una pandemia. Tocaba despedirse de ella después de meses de rezos y plegarias en un día donde la alegría propia de una romería se mezclaba con la tristeza de la despedida a una Madre.

Cohetes en el cielo llamaban a los vecinos de Castilblanco que se acercaban al Templo Parroquial del Divino Salvador para contemplar por última vez en el Templo a Santa María de Escardiel Coronada que con sus galas de pastora aguardaba el momento de su partida. A las tres de la tarde la hora tradicional de la Romería se rezaba la última salve ante la Virgen de Escardiel en su pueblo de Castilblanco.

Con paso lento sus andas de plata eran alzadas en el presbiterio sin prisas para que aquel momento no terminara. Santa María de Escardiel Coronada se despidió  del Señor en el Sagrario antes de su partida a la Ermita. 

Pocos minutos pasaban de las tres de la tarde cuando abandonaba el Templo Parroquial entre una auténtica marea humana que hacía difícil el camino. Numerosas flores se depositaban a sus plantas al pasar por las calles de Castilblanco de los Arroyos. Entre vivas llegaba a la Casa Hermandad de la Soledad del mismo modo que llegaba al Ayuntamiento. Su coro la acompañaba con sevillanas y plegarias hasta la puerta de la Casa Hermandad de San Benito donde también llegó entre vivas.

Ya la esperaba el puente, su barrio, aquel que cada Venida es el primero en recibirla. Pétalos a su paso y emociones en una despedida anunciada. Momentos que quedan en la memoria de cada devoto cuando escucha a alguna persona mayor que en la próxima Venida ya no la podrá ver o a aquella joven que le dice que la espera dentro de cinco años en ese mismo lugar.

Llegaba el triste momento de ocultar su rostro para protegerlo del camino. Un poco antes de las cuatro y media de la tarde, bajo una cúpula de papel, sus camareras y vestidor tapaban el bello semblante de Santa María de Escardiel Coronada. Ya con el capote la Pastora castilblanqueña se marchaba de su pueblo por el camino tradicional que la trae y la lleva. Ahora deja a un pueblo lleno de bendiciones que espera impaciente una nueva Venida allá por 2027. 

Fotos: Manuel Pinto Montero. 










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