La tostada de aguacate. Antonio Sánchez Carrasco

Aunque por mis redes sociales suelo poner fotos de enfoscados en la tostá con derivados del cerdo, es algo que limito a una vez en semana. Todo por cuidar un poco mis arterias y que no tengan que pasar por ellas mis glóbulos rojos como los nazarenos de la Hiniesta por la Cuesta del Rosario aquel año.

El pasado jueves desayuné en un bar no habitual y al ver las tarrinas pedí sobrasada porque no había derivados del cerdo caseros pero sí de la marca Ircaben que es muy correcta, pero industrial. Mientras degustaba el pan con aquella crema rojiza que brillaba como una charca en verano, al derretirse el untable con el calor de la miga, observé como una mujer miraba de refilón mi tostada, lo que me llevó a observar la suya. El pan era de esos que soportan un aguacate en rodajas y que lleva de decoración el contenido del comedero de un canario. La pobre miraba con deseo mi plato, incluso aquellas gotas que por el calor del pan caían como goterones de cera, sacramental, pues era sobrasada. Entonces pensé en porqué estaba comiendo aguacate cuando claramente quería algo más contundente. Y pensé en las veces que aún sabiendo lo que debemos hacer, hacemos otra cosa distinta. Se me ocurrió pensar lo bonito que sería disfrutar de una celebración más acorde con la Reconquista de la Ciudad y su aniversario y con las Vírgenes y devociones que en esas fechas y algunos siglos después devolvieron y afianzaron la Fe Cristiana en la Muy Mariana Ciudad. La Merced del Convento de la Asunción, o la Virgen de Pilar, a elegir la de Gloria de San Pedro, o la de Pedro Millán de la Catedral. La Virgen de la Sede, o incluso si es complicado moverla del altar Mayor catedralicio, la Sede vicaria que para algo se le hizo una vicaria a la Dueña de la Casa. Las Vírgenes de los Reyes que para eso hay varias. Las Pastoras como devoción netamente sevillana. Y si quieres meter alguna moderna Aguas Santas Dolorosa, por las veces que vino la primitiva a Sevilla o la Virgen de la Antigua de Sevilla Este, una imagen de su homónima del cuadro pero en tres dimensiones. Las alternativas son muchas de imágenes que sí tuvieron que ver con la fe primitiva sevillana. Y nos quedamos con el Santo Entierro que es una Hermandad que hace las cosas muy bien, con unos pasos que completarán un homenaje a la vuelta de un culto cristiano, pero quizás el mejor homenaje hubiera sido en su fecha, día de San Clemente y con las Vírgenes que de una u otra manera participaron de aquel hecho. Yo seré, si el Señor Yacente me lo permite, el primero que me busque la vida para tratar de ver el magno evento. Eso sí, he visto a la Sevilla más recalcitrante atacar a toda vela de Lepanto, a hermandades que han asumido los hechos de la advocación de su Virgen y ahora miran con admiración y deseo la celebración de un Santo Entierro con cofradías en la conmemoración de un tiempo en el que en Sevilla, al menos, aún no había cofradías.

#LosLunesAlSol

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.