Juan Miguel Vega triunfa con un pregón muy natural y directo y pleno de fe y sentimiento
Juan Manuel Labrador. Auténtico, puro, natural y sin estridencias. Así ha sido el Pregón de la Semana Santa de Sevilla de este año 2024. Si al pregonero siempre se le aconseja que sea fiel a sí mismo, Juan Miguel Vega Leal hizo honor a su segundo apellido y se mostró en el atril tal y como él es. Quienes le conocen -conocemos- más de cerca pueden dar fe de ello. El conocido periodista se metió a todo el Teatro de la Maestranza y a quienes le escucharon por los medios de comunicación en el bolsillo de su chaqué y nos llevó a su mano por toda Sevilla, a la que dedicó el arranque de su pieza oratoria.
"Y al llegar Semana Santa
tu cáliz de miel apuro
que de la gloria del cielo
vibra en la calle un barrunto.
Es tu gracia la finura
y tu secreto, el embrujo.
Eres la exacta medida
tu sol, el oro más puro.
Por leal, noble y mariana
ser sevillano es mi orgullo
y además, eres Invicta
así que sobran tapujos:
Para mí eres lo más grande
y aquí se acaba el asunto.
Que sí, hombre, que habrá otras
por ahí que valgan mucho
Pero como tú, Sevilla,
no hay nada igual en el mundo".
Vega no dejaba de recordar que en tan sólo siete días será Domingo de Ramos, y a dicha jornada dedicó el romance del siguiente pasaje de su texto, rematando esta parte, tras citar a sus cofradías, con estos versos:
"En el reloj da la hora.
En la Giralda ya suena
la campana que lo anuncia
Y todo a su luz despierta
Es el Domingo de Ramos
Un don que Dios nos entrega
guárdalo dentro, paisano.
Que lo sienta tu alma entera.
Es el día más luminoso
y la noche más excelsa.
Cuando Sevilla derrocha
toda su inmensa belleza
cuando la gloria se toca
cuando los ángeles sueñan
cómo sería si el Cielo
pudiera estar en la Tierra".
No tardó el pregonero en recalar a Triana, donde se detuvo ante su Esperanza, devoción de su padre, rezándole a la que es Reina, Madre y Capitana con tres elocuentes décimas:
"Toda la vida contigo
Señora de la Esperanza.
Fue mi deseo a ultranza
hallar en tu manto abrigo
y ser el mejor amigo
de Tu Hijo el marinero,
enrolarme en tu velero
ser cordero en tu rebaño,
estar hecho de tu paño,
lleno de orgullo trianero.
Sobre un mar de terciopelo
verde y sal de espuma blanca
de capas que llevan anclas
para fondear en el cielo,
tu navegar es un vuelo
hacia un distinto mañana.
Toma el timón, capitana
de la virtud y la belleza.
Pon rumbo a calle Pureza,
que quiero estar en Triana.
Tú eres Flor, luz, alegría,
noche, plata, luna, río,
pasión, alma, escalofrío.
La sal de mi Andalucía
que en tu llanto va, mecía
por el sudor costalero.
Yo sí se por qué te quiero.
Que en la pila de Sant’Ana
recibió la fe cristiana
el que la sangre me dio.
¿Tendré que quererte o no
Esperanza de Triana?".
En el puente se encontró con el Cachorro, y seguidamente fue en busca de la Estrella en este año de los XXV de su coronación canónica.
"Hay una luz que nos guía
hasta su breve capilla
donde la noche se humilla
ante el rostro de María.
Ella es la luz de este día,
que ha amanecido a deshora
porque es del tiempo Señora
y es un lucero que anuncia
a la hora en que el sol renuncia
la claridad de otra aurora
que asoma por el Poniente.
Mira la Estrella valiente
de la luz emperadora.
La tarde ahora es la mañana.
La senda del vivir se allana
caminando tras su huella
siguiendo siempre a la Estrella
hasta el cielo de Triana".
Y San Bernardo acabó saltando del corazón a los labios de Juan Miguel Vega, recreándose ante sus dos titulares. Primero, Él, el Cristo de la Salud, a quien compuso un elocuente soneto, y luego Ella, la Virgen del Refugio:
Lleva dos mil nazarenos.
Venidos de todos lados
hasta su barrio hoy desierto
que de vida y fe colmaron.
Son los hijos de sus hijos
de aquellos que se alejaron
que no olvidan a su Virgen
y caminan de su mano
orgullosos de su estirpe;
hábito negro y morado.
De llevar siempre encendido
en la mano un cirio blanco.
A todos ella protege
y cobija en su regazo
es mi Virgen, siempre niña,
aunque pasen muchos años.
El Refugio de María
lo mejor de San Bernardo".
Recordó el pregonero a su vecina Conchita, que tanto le acercó al mundo cofradiero, y a partir de este punto fue evocando distintas divertidas anécdotas llenas de humor que el público rió y aplaudió con agrado, especialmente con el poema que le dedicó a la Canina, algo que no ocurría desde 1993, cuando el padre Javierre también se recreó con ella en su pregón.
"Tan modosita y callada
quieta, grave y circunspecta
pareces hasta educada,
un primor, pluscuamperfecta.
Pero tu condición suele
en el fondo ser malvada.
Saco de huesos, te duele
que seas la gran derrotada.
Cuando asomas en tu paso
te retiran la mirada.
Sí, lo sé, no semos nada
y tú llegando al Ocaso
no hay quien evite el repaso
de tu afilada guadaña
la mejor que hay en España
por aguda y astifina.
Tu bajío nos fulmina
mas… te llevamos muy dentro.
Ven y sal a nuestro encuentro
no nos das miedo, Canina".
Las cofradías de vísperas también tuvieron su sitio en este pregón, y meditó Vega ante la presencia de los ateos en nuestra Semana Santa, respetándola y admirándola desde un prisma cultural, aunque el párrafo más rotundo de este pasaje fue el siguiente: "Pero, no nos engañemos, hay mucha gente que no cree en Dios. Cada vez más, porque es la corriente dominante en el pensamiento actual. A veces parece que declararse creyente sitúa a quien lo hace en una posición de inferioridad intelectual. Y no debería ser así, porque, si uno lo piensa bien, para explicar el misterio de la existencia todo cuanto nos rodea y de nosotros mismos, la opción de Dios concilia mejor con la razón que la de la puñetera casualidad. Pero sí, en los tiempos que corren, para creer en Él, al menos para reconocerlo, hay que tener algo de personalidad. Cofrades de Sevilla: Tened esa personalidad. No lo neguéis, como Pedro. No sois menos que nadie. Decidlo abiertamente. Sin complejos. Sí, creo en Dios. ¿Qué pasa?".
Y llegó al Gran Poder, al que cantó con unos sentidos párrafos que remató con estos versos similares en sus estrofas a las décimas pero con doce versos, algo muy evocador del estilo de Caro Romero cuando aquél exaltó los eternos 19 años de la Macarena...
"La culpa, el pecado, el llanto,
las penas que el alma siente,
las cruces del penitente,
del corazón, el quebranto.
A todos ampara el manto
de su bendita mirada.
Cuando ya no esperes nada,
cuando te toque perder,
cuando mañana sea ayer
siempre encontrarás su mano.
Gloria al Dios más sevillano
aunque en Belén fue a nacer.
Eres el brazo que salva,
la mirada compasiva,
la llama de fuego viva
que la noche troca en alba.
Eres un resplandor malva
que el alma enferma ilumina.
Y en el corazón, la espina
no vuelve más a doler.
A todo el que te acude a ver
una luz dentro le brilla.
Qué suerte tiene Sevilla
con tenerte, Gran Poder".
Juan Miguel Vega fue encontrándose con todas las cofradías por sus calles, y en su largo recorrido, no quiso olvidar el glorioso momento que ocurrirá en septiembre en torno a la Piedad del Baratillo:
"No hay Piedad más popular
que la de la calle Adriano
la que a Dios lleva en sus manos,
la que debes emular.
No puede disimular
que es apenas una niña.
En torno a ella se apiña
el barrio del Baratillo
que de oro le hizo un anillo
para que fuera su alianza
la Plaza de la Maestranza.
A la que un faraón... dio brillo
el Cielo es estar contigo
y en el Arco del Postigo,
otro anillo en joyero,
quiero ser tu costalero
hacer tu pan con mi trigo.
Yo sé que Sevilla entera
muere por ti, te venera
y a tu gracia le pregona:
Ten de amor esta corona
mi Piedad baratillera".
Arribó al Divino Salvador. Necesitaba Vega hablar del Cristo del Amor, del vínculo con sus hijos, de aquella túnica que su hijo Raúl le pidió la misma semana de pasión... "Porque Él es un padre que ama a todos sus hijos por igual, porque también es infinita su capacidad de amar. Ese es nuestro Cristo del Amor; el de la advocación más bella y que mejor define a Dios. El que se entrega; el que ama y perdona; el que comprende y consuela; el de la Hermandad que abraza el Domingo de Ramos llevando la alegría del estreno en el flamear de las rubias palmas y entrega el Socorro de la Virgen María a los corazones encarcelados en la desesperación y la amargura. Su nombre lo explica todo. Amor. Dios es amor. Hoy los dos sabemos -en realidad lo supimos hace ya mucho tiempo- que no fue casual aquel encuentro durante una tarde de lluvia en la que no pudieron salir las cofradías. Todas se quedaron en sus iglesias, menos una que salió para nosotros: la del Cristo del Amor; nuestro Cristo, Isa, del Amor".
El Señor de la Salud de los Gitanos tuvo, igualmente, su presencia en el pregón de este año:
"Y te cantarán bajito
y te tocarán las palmas
Señor del cielo y la luna
de la virtud y la templanza.
Dale Salud a los vivos
y paz a los que descansan,
y que tu Madre la Virgen
por el amor coronada
consuele nuestras Angustias
y lleve al corazón calma.
Ay Cristo de los Gitanos,
Señor de la Madrugada.
Tú eres la luz que en Sevilla
ilumina la mañana".
Reivindicó el papel del hermano costalero en nuestra Semana Santa, y tras ello, al fin, llegó la Macarena al pregón...
"No hace falta que lo avale
el Concilio de Nicea.
Con que Sevilla lo crea
a mí me sirve y me vale.
Si por la mañana sale
el sol y la luna luego,
es porque en ti arde el fuego
que alimenta las estrellas
Sin culpa, mancha ni mella
que empañen tu corazón,
el pueblo tiene razón
cuando de elogios te llena.
Compararte tié condena
Porque como tú no hay dos
Que eres la Madre de Dios
Mi Esperanza Macarena".
Tuvo el pregonero un hermoso guiño a Angelito "el aguaó" y su mítica frase "Cofrades a la calle": "Cofrades, a la calle. A proclamar con orgullo nuestra fe en Cristo y María. Cofrades a la calle. A honrar a nuestros padres, renovando la tradición que ellos nos legaron. Cofrades a la calle. Que se levanta el paso de la primavera y todos tenemos que estar puestos. Cofrades a la calle. Que el tiempo vuela y la Semana Santa llega para irse en un suspiro".
Y como un suspiro pasará esta semana que nos separa de un nuevo Domingo de Ramos:
"Quedan aún siete días
pero es sólo una semana
Nada más que siete días...
para colmar de alegría
el corazón sevillano.
Qué cerca está ya, hermano.
Gritarlo quiere la boca.
En el reloj gira loca
la impaciente manecilla.
Ahora ya no lo soñamos
llegó al fin lo que esperamos:
la gloria, la maravilla
del cielo azul de Sevilla
en un Domingo de Ramos".
Con una cerrada ovación concluyó este pregón de poco más de cien minutos en el que, además, se estrenó Manuel Alés del Pueyo como delegado de Fiestas Mayores y, por ende, presentador del pregonero, quien hizo una pieza sentida de auténtico cofrade, homenajeando en su arranque el inicio del pregón de 2008 de Antonio Burgos, como homenaje a su figura ante su óbito el pasado diciembre.
Galería del acto
Fotos: Miguel Ángel Osuna.