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Nuevas Hermandades. Juan Manuel Labrador Jiménez


 Hubo una época en la que parecía que ya no se crearían más Hermandades, y menos aún que nuevas cofradías solicitaran poder efectuar su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral en los días de la Semana Mayor de la ciudad. 

En 1989, el Cerro del Águila llegaba con su Cristo del Desamparo y Abandono y su Virgen de los Dolores hasta el corazón mismo de Sevilla en lo que parecía más una odisea que una penitencia, y después de dieciocho años, ahí están, dando ejemplo de seriedad, clase, estilo y, sobre todo, de Hermandad. 

Sin embargo, cinco años después, el Arzobispado reconocía la erección canónica de una nueva corporación, como era la de Torreblanca. En su momento, llegaron a soñar con pisar las naves catedralicias, pero el sueño se desvaneció ante la gran distancia a recorrer. Catorce meses después, se aprueban las reglas del Carmen Doloroso, que reside en el mismo casco histórico sevillano, en su calle de la Feria, y sin duda, la meta de alcanzar la Puerta de San Miguel siempre ha reinado en sus mentes. 

Parecía que se quedó ahí la situación, pero en 2000 llegarían el Divino Perdón de Alcosa, Valme de Bellavista y la Corona, en 2005 Padre Pío y el Cautivo y Rescatado, en la cuaresma de 2006 se erige la del Dulce Nombre de Bellavista, y antes de finalizar el año que ha pasado, el Sol deja de ser letífica para engrosar la nómina de las penitenciales. 

Hoy, nos encontramos, pues, con nueve Hermandades, lo que no son nueve problemas, como más de uno piensa. Hace escasas semanas, el pleno de Hermano Mayores acepta la incorporación en la Semana Santa de las corporaciones de Omnium Sanctorum y del Polígono de San Pablo, a la espera de que se concrete el día en el que cada una de ellas puedan efectuar su estación al mayor templo de nuestra Archidiócesis. Otras dos, las del Sagrario y el Plantinar, están a la espera de obtener también el respaldo del pleno anteriormente citado, y nuestra Semana Santa, como la propia urbe, va creciendo con el paso del tiempo, hasta que se llegue a un límite, quizás... 

Pero, ¿qué ocurre con aquellas que no van a la Catedral? ¿Es malo que se funden nuevas Hermandades en puntos del extrarradio de Sevilla? Sin duda, en esta sociedad tan materialista y consumista, el que se sigan creando grupos religiosos de este tipo es algo verdaderamente importante, siempre y cuando el objetivo de su fundación sea el de crear escuelas de formación, puntos de encuentro con aquellos que se consideran hermanos al creer en un mismo Dios, y que lo que más les importa es el día a día y la lucha y entrega por los demás, más que el mero hecho de salir una tarde o noche a la calle con sus pasos para realizar un acto de culto externo. 

No critiquemos la creación de nuevas Hermandades, sino alabémoslas, alegrémosnos de que siga habiendo gente que pretende llevar a Dios hasta aquél que casi no cree en su Palabra o no lo conoce. ¿No es digna la labor de los hermanos de Torreblanca, uno de los barrios más conflictivos de Sevilla? ¿No es hermoso que los niños de Padre Pío puedan disfrutar, al salir del colegio por la tarde, de una Hermandad a la que ir al tenerla cerca de casa? Ese nuestro objetivo como cofrades, no lo olvidemos, y no pensemos tanto en la Catedral, pensemos en nosotros, en nuestro pueblo, y poder llegar hasta el Padre a través de esos medios que tenemos que son, y seguirán siendo, nuestras Hermandades, tengan la antigüedad que tengan.

Foto: Francisco Santiago










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