Arte Sacro
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Los que se creen imprescindibles. Juan Manuel Labrador Jiménez.


 A lo largo de los últimos días, hemos insistido en la idea de que en nuestras Hermandades no sobra absolutamente nadie, aunque también está claro que nadie es imprescindible. Existe últimamente cierta ola en la que un grupo de cofrades creen que en sus corporaciones son personas clave, y que sin ellas, nada será lo mismo, y se sienten en la equivocada obligación de permanecer en sus “puestos”, sin permitir una renovación. 

Se llega a decir que estas personas son “instituciones” dentro de la Hermandad. Así vamos. ¿No es la única institución en una corporación el Santísimo Sacramento del Altar, sea la Hermandad sacramental o no? ¿No son una institución nuestros amantísimos Titulares? Ahora, parece que son más intocables ciertos hermanos que las propias imágenes. 

Resulta que un hermano lleva muchísimos involucrado en la vida interna de una corporación, aunque realmente no trabaja por ella, o sólo en momentos puntuales, como es por ejemplo la cuaresma, y por todo ello (un “todo ello” que debería ser “nada”) hay que reconocerle su entrega y dedicación. Nuevamente lo digo: así vamos. 

Es fundamental que los hermanos se interesen por su Hermandad, y participen por y para ella, sin esperar nunca nada a cambio, sólo una satisfacción personal ante un deber cumplido. Hoy eso, no es así, y si ese hermano “imprescindible” hace algo mal, no pasa nada, no se le llama siquiera la atención, porque claro, es una “institución”, y mucho ojo, que es intocable, y no se le puede decir nada. 

En muchas ocasiones, estos hermanos un tanto sobrevalorados son aquellos que están empleados por la Hermandad para que se encarguen de la apertura del templo o de atender a los visitantes al mismo, aunque tristemente se caracterizan por el poco tacto que pueden llegar a poseer, por lo que la atención al visitante puede ser hasta un tanto desagradable, dejando en un mal lugar la imagen de la propia corporación cofrade. 

Dejemos ya de pensar que unos hermanos sean más importantes que otros, o lo que es peor, que son intocables, porque así, realmente, lo que hacemos es cerrar nuestras Hermandades, y que aquellos que realmente trabajan por ellas y las quieren, se acaben distanciando al no recibir el respeto y la igualdad que se merecen. Somos hijos de Dios, todos somos iguales, y recordemos que la antigüedad en nuestras corporaciones sirven, sólo, para organizar la cofradía cuando ésta ha de salir a la calle para efectuar su estación de penitencia.

Foto: Francisco Santiago










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