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Manuel Marchena: "No me gustan nada los palcos". Carlos Navarro Antolín. Diario de Sevilla.


La Semana Santa de... Manuel Marchena Gómez. Gerente de Urbanismo del Ayuntamiento. Critica a quienes pretenden adueñarse de la principal fiesta de la ciudad, asegura que los únicos casos de especulación cofradiera se dan en los traspasos de sillas y balcones, insinúa que alguna hermandad ha tratado de dar alguna vez un "pelotazo" y confiesa que cuando sale de penitente aprovecha para realizar un repaso espiritual del año.

Cuando en el PSOE de los años 80 estaba mal visto ir a los toros, al fútbol y, por supuesto, vestirse de nazareno, Manuel Marchena (Brenes, 1959) presumía de practicar todas esas aficiones prohibidas, aunque ni militaba ni milita en el partido: "Cuando nada de eso era políticamente correcto, yo venía de Cristianos por el socialismo y defendía los toros, el fútbol y la Semana Santa. Sentía mucha incomprensión. Seguía las visiones de Antonio Burgos y de Isidoro Moreno Navarro. Hoy en día, con el número de socialistas que conozco a los que le gustan las hermandades se podría montar toda una cofradía. No me cabe duda".

Sus orígenes cofradieros son muy tradicionales: "Mi relación con la Semana Santa nace por motivos estrictamente familiares al ser mis padres grandes promotores de la Hermandad del Gran Poder y de la Virgen de la Amargura de mi pueblo". Cuando aquel muchacho que vivía en el pueblo y que participaba de la liturgia y de las acciones sociales de su hermandad llega a la capital para cursar los estudios universitarios se apunta a los Estudiantes: "Al llegar a la ciudad, me di cuenta de que la manera de entroncarme con Sevilla era formar parte de una cofradía. En este caso, el nexo no era ya familiar, sino la propia Universidad. Llevo 15 años saliendo de penitente. Desde que llegué a Sevilla en 1981 no me he perdido ni una Semana Santa".

Marchena coge carrerilla al explicar su ligazón con la Semana Santa: "Más allá de salir de nazareno y de estar pendiente de la evolución de mi hermandad, mi relación es la de un sevillano en la bulla. No me gustan nada los palcos ni las sillas. Tampoco me gustan los balcones. Me gusta apreciar la ciudad barroca, la que no se ve en la carrera oficial. Mi Semana Santa es la de ir a la búsqueda de los pasos, a las entradas y a las salidas. Mis dos grandes eclosiones son en la Madrugada, en las calles Parras y San Jacinto".

Su visión de la fiesta no responde exactamente a tópicos: "La Semana Santa en su aspecto festivo es una ocupación de la calle, es la gran fiesta urbana de la ciudad, se vive como religión, como acto social, como encuentro con la ciudad consigo mismo a pie de calle. Participan todas las clases sociales, aunque siempre hay grupos que intentan adueñarse de la Semana Santa, porque creen que atesoran el canon".

Confiesa que no le interesan mucho las cofradías más allá de los siete días marcados: "Vázquez Montalban dijo que pasar a la imbecilidad en el fútbol consistía en dedicarse los 365 días del año a hablar de fútbol. Pues lo mismo con las cofradías, a no ser que se hable de la parte de ONG que tienen las hermandades".

¿Qué significado tiene vestir la túnica para este nazareno de capa en la provincia y de ruán en la capital? "Cuando me visto de nazareno repaso el año espiritual y materialmente. Me planteo el futuro desde una perspectiva religiosa, que es la que me liga a Dios. La cofradía me sirve como un acto religioso, pero no desde la perspectiva de compartir la liturgia de la hermandad todo el año".

La Universidad, un edificio civil, se llena de cruces apiladas una vez al año: "Esa estampa la veo sólo como el efecto de una tradición. No le encuentro relación directa con la actualidad". ¿Debe una hermandad como los Estudiantes seguir ligada físicamente a la sede central de la Universidad: "Si hay respuesta por parte de la Universidad, sí. Si no, no tiene sentido".

Inevitable es la referencia la llegada de la mujer a casi todas las facetas del mundo de las cofradías: "Esta incorporación es algo acorde con los tiempos. Todos los años se estrenan o cambian cosas y nadie pone el grito en el cielo. Esto es normal. La Semana Santa surge en la contrarreforma, es un fenómeno dinámico, social, religioso. Pronto tendremos hermanas mayores. No me cabe duda".

Tiene claro lo que más le escuece del actual mundo de las hermandades: "Me molesta mucho aquellos que presenta n la ciudad como suya, toman posesión de la Semana Santa de forma absolutamente ilegítima".

Los discursos civiles de Monteseirín en actos cofradieros generan polémica: "Deben respetarse como el poliedro que es la Semana Santa. Nadie duda de la base religiosa de la Semana Santa. Pero hay valores civiles, políticos, económicos, artísticos o de gestión de la vía pública que no se pueden poner en duda". ¿Quién guía al alcalde en materia cofradiera? "La memoria de su padre, que era un hombre que le enseñó la hermandad de la bulla".

¿Hay especulación en la Semana Santa? "Sí, en balcones, en traspasos de sillas y palcos..." ¿Y pelotazos? "También, de ciertos establecimientos de la hostelería que se exceden en los precios". ¿Hay recalificaciones? "Algunas hermandades las pretenden . Pero no atendemos la peticiones que no sean para obras sociales. Las hermandades piden cosas a la Gerencia, pero lo hacen desde su escasez de medios".

La Semana Santa tiene un final romántico para este singular cofrade: "El cierre del año para mí es cuando pasa el Cachorro, aunque últimamente no pasa... El nuevo año comienza cuando se abre el portón de la Real Maestranza". Y una anécdota final: "A Miguel Ángel Moratinos lo conocí detrás del paso del Cristo de Burgos en la calle Sales y Ferré junto a Bernardino León. Días después lo nombraron ministro de Asuntos Exteriores. Recuerdo especialmente cómo se emocionaba con las hermandades de silencio".










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