Carta a María Santísima de la Amargura. Fco. Javier Segura Márquez
Nunca hasta ahora sentí
celos de tu sentimiento.
Sinceramente lo cuento
ahora que estás junto a mi.
Puesto que estamos así
los dos a la misma altura,
te lo diré sin censura,
ni ociosa palabrería.
Estoy celoso, María,
celoso de tu Amargura.
Mira que busco una pena
sin pan ni agua ni vino.
Mira que busco un molino
que me convierta en arena.
Mira que abro la alacena
para que ultrajen mi alma.
Tú, sin que pierdas la calma,
no tienes más que sufrir.
Busco la senda a seguir
en tu San Juan de la Palma.
Cualquiera que se enterara
de lo que sufriste en vida,
acartonada y fingida
tu elegancia declarara.
Tú sigues plantando cara
y yo me escondo cobarde.
Dentro del pecho me arde
un quebranto de carbón.
Negro tengo el corazón
sin que nadie me resguarde.
Tú estás sola, y yo también,
solas las dos soledades.
Suma tú las crueldades,
yo multiplico el desdén.
Mi factor es siempre cien
y el producto no varía.
La desesperanza mía
es una calleja oscura.
Celoso de tu Amargura,
celoso, Santa María.
Te miro, y tú sin saber,
gestos y abrazos y guiños
me das. Cual risa de niños
es mi latido al volver
los ojos de no entender
por qué siento lo que digo.
Soy tu hijo, soy tu amigo.
Virgen Santa, Madre Pura,
tu secreto de Amargura
quiero compartir contigo.
No me extrañaré de nada,
nada tacharé de extraño,
es con este el tercer año
que te sueño coronada.
La voz no está equivocada
pero un viejo calendario
se antepone al poemario
y va y le para los pies
diciendo: “Cincuenta y tres
es el vero aniversario”.
Yo conmemoro otra cosa,
la efemérides que vivo
de estos versos que te escribo
son la razón poderosa.
Aquella fecha gloriosa,
aquel día como hoy.
Desde entonces tuyo soy
y por tres veces renuevo
estos tres años que llevo
en el sitio donde estoy.
En el sitio de quererte
no hay descanso ni hay cuartel.
Sólo azucenas y miel
y siempre ganas de verte.
Celoso estoy de mi suerte,
celoso de mi postura.
Celoso de la locura
de este mi amor sin enmienda.
Celoso de mi encomienda
de hermano de la Amargura.
Foto: J. A. de la Bandera