Arte Sacro
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Cristo sobre mis hombros. Isabel Serrato Martín.


 Hoy, sábado 14 de Febrero,  es una mañana especial. La tarde noche de ayer, tarde de viernes (13 de Febrero de 2009) fue un sueño, pero vivido con la sensibilidad que da la realidad. Acabo de llegar del taller de Manuel de los Ríos, gran Orfebre de la ciudad de Sevilla, de recoger las sencillas pero preciosas pastas para mi Pregón Universitario, que este taller ha realizado previo encargo de mi “inseparable” hermano, al que ya le debo más de medio corazón. Unas pastas que aguardaran, palabras que recogen sentimientos, y sólo sentimientos, como los vividos ayer, en la penumbra hermosa de la Iglesia de la Magdalena. He de reconocer, que las hermandades de Sevilla, se están volcando, y lo digo muy orgullosa, con esta humilde pregonera, que no sabe como agradecer tantos detalles de cariño. Ayer, me invitaron, como bien ha recogido mi portal cofrade de Arte Sacro, a portar al Santísimo Cristo del Calvario sobre mis hombros. Describirlo es difícil, porque el corazón no quiere desprenderse de ningún detalle. Lo intentaré. Llevé a Cristo en mis hombros, lo sentí vivo y muerto a la vez. La mirada me tentaba a mirar para atrás, pero el corazón me pedía que tenía que llevarlo a su altar de Quinario. Fui la elegida, por una Junta de Gobierno increíblemente cariñosa con la que escribe, para depositar a Cristo, Rey de los Cristianos, a las plantas de sus hijos. Reconozco, que en la espera del relevo, sentía hasta a hablar a mi corazón, me pedía que abriera los ojos, y le dejara ver cada momento. Cuando llegó el Santísimo Cristo, se posó, lentamente, sobre mi hombro de mujer, y me sentí cual mayor orgullo llevando a Dios sevillano. Es alegría y austeridad a la vez, que es posible, es soñar con la madrugá, es rachear los pies y acordarme de las mujeres tan luchadoras en todos los sectores de una Hermandad. Mi mano derecha, acariciaba la Cruz , el final de su Cruz. Me parecía increíble que yo estuviera ahí, portando a Dios, portando a Dios Crucificado, ese Dios de la Madrugada , que va recogiendo la Esperanza en forma de abrazo. En esos minutos, pasan por tu cabeza, tanta gente, tantos amigos, creía conocer a poca gente de la Hermandad del Calvario, pero fue coger a Cristo, y que todos mis amigos me llegaran a mi mente; por los que felices viven en su hermandad, le pedí a su Cristo, Salud para que lo sigan haciendo, y a los que sufrieron, en este mundo cofrade, les pido que lo miren a los ojos, y que piensen que durante ese trayecto en el que tuve a Cristo entre mis manos, eran ellos quien lo sostenían. Cuando el Prioste mandó bajar a Cristo al suelo, no fui capaz, quise quedármelo entre mis manos, me tuvieron que decir, “ya está chiquilla, que ya no le va a pasar nada”, pero mi corazón quería seguir a su vera, acariciando su cruz.

Tras esta preciosa experiencia, y ya en la Casa de Hermandad, la Junta de Gobierno, encabezada por su buen Hermano Mayor, Don José Luis Chico Gálvez, y en una convivencia con personas grandes de este mundo cofrade, como Don Manuel Román, Don Juan Carlos Heras, Don Diego Naranjo Páez, quien fuera Hermano Mayor de Santa Marta, Don Fernando Salas Arce o Don Antonio Gamito Baena, me entregaron un cuadro para que nunca me olvidará de aquel momento. Tomé la palabra, y en una intervención breve, raro en mí, dije las palabras con las que hoy remato mi artículo:

“Muchas gracias por este precioso recuerdo, gracias por arroparme desde esta querida Hermandad, pero antes de entregarme este cuadro, ya me llevaba el mejor de los recuerdos, porque gracias a vosotros, me llevo, en el Corazón al Cristo del Calvario”

Gracias, sin ser hermana de nómina, permitidme que os diga, Hermandad, gracias.

Foto: Juan Alberto García Acevedo.










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