Arte Sacro
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La brisa de la Giralda. Alberto De Faria Serrano.


 Giralda en prisma puro de Sevilla,
nivelada del plomo y de la estrella,
molde en engaste azul, torre sin mella,
palma de arquitectura sin semilla.

Si su espejo la brisa enfrente brilla,
no te contemples ?ay, Narcisa?, en ella,
que no se mude esa tu piel doncella,
toda naranja al sol que se te humilla.

Al contraluz de luna limonera,
tu arista es el bisel, hoja barbera
que su más bella vertical depura.

Resbala el tacto su caricia vana.
Yo mudéjar te quiero y no cristiana.
Volumen nada más: base y altura.

                        Giralda. Gerardo Diego

El eco presuroso del poeta se hace patente en esta impaciente espera. Aquilata el fulgor fresco de los efluvios de la fuente de la plaza de la Patrona. Guardián esbelto de las esencias inmutables e inalcanzables que casi tocamos los dedos desde primera hora de la mañana de cada día santo.  Vigía y pregonero de la luz fervorosa. Cómplice leal del elocuente silencio de la llama de amor fraterno. Faro certero e integrador de la tradición y de los credos. Obelisco ceremonioso de entrada a la intimidad familiar del patio de flores de la Judería. La Turris Fortísima de nuestras creencias está a punto de abrir de par en par la ventana de nuestra alma a la brisa de la Esperanza.

No hay un único prisma sino un arco iris reflectado. Tu cadencia es secuencia de luz por la que se cincela el misterio del anhelo. Arría a plomo  como el peso del madero. Se dibuja en su silueta prudente y majestuosa. Se ciñe a la cintura de tu estirpe mudéjar. Moldea los volúmenes puntiaguados de un antifaz menudo inmaculado que sigue a la Cruz de Santiago. Tus cimientos son tu fe y nuestra permanente espera.

En cualquiera de tus cuatro rosas, se refleja la cálida brisa renovada que la Madre de Dios nos regala cada Cuaresma. Perfume de limonero esparcido del Arenal a San Bernardo. Arrayán divino extendido desde el Aljarafe al huerto basilical Macareno. Fiel Doncella que como la del Valle, nos guía el camino bajo el manto de Estrellas o el candor del Rocío de la mañana. 

Ahora que la ilusión nos habita en cada poro de la encarnadura y el rostro sonrojado. Que el gozo se policroma con el trazo firme de un día soleado. Que el anhelo se hace brisa eterna por la bambalina que se cimbrea en un abrir y cerrar de ojos emocionado. Me acerco a ti y te venero de arriba abajo como a una lozana andaluza con el clavel  rojo pasión en el tocado y ensimismado. Estamos prestos para tu ofrenda como cada anuncio de Primavera, de tu pedestal y de las sayas el brocado. Nadie pierde de vista el compás de tu inquieto dintel soñado. Abre de par en par el cancel de la Puerta de Palos.

Foto: Francisco Santiago.










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