Arte Sacro
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  • domingo, 19 de mayo de 2024
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A los que miran sin ver. Rosario Pavón Villa.


 Los cristianos desde pequeños, si hemos tenido una educación religiosa, sabremos de la resurrección del hijo único de la viuda de Naín, ciudad cercana a Nazaret, también de la de la hija de 12 años de Jairo que era el jefe de la Sinagoga, éste acudió en busca de Jesús ,y, estando con Él, vinieron a decirle que volviera a su casa porque ya su pequeña había muerto, el Maestro va con Jairo hasta su casa, echó a las plañideras  y con las palabras de “Talita Kumi” (Niña levántate) la trajo a la vida de nuevo.  

Por  último, la resurrección de Lázaro amigo de Jesús que no se acababa de morir como había ocurrido en los dos casos anteriores, sino que llevaba cuatro días muerto, enterrado y ya oliendo en Betania, donde vivía con sus dos hermanas Marta y María La Magdalena. Lázaro salió de la cueva donde estaba enterrado con sus vendas y su sudario a las palabras: “Lázaro sal afuera y anda” y el que estaba muerto, salió.  

De todos estos hechos fueron testigos el pueblo que seguía a Jesús y sus discípulos. Pero la gran Resurrección a la vida fue la suya, que no fue como la de Lázaro, que volvió a la vida de sufrimientos y a  la muerte de nuevo, la de Cristo es diferente pues Él va a la vida divina en estado de gloria. Nadie lo vio resucitar pero es un acontecimiento histórico, que se basa en un sepulcro vacío y en los encuentros que  tuvo con María Magdalena y con  los apóstoles después.  

La Resurrección de Cristo es El Gran Misterio. que se basa en la Fe, es el gran acontecimiento de Su Vida y de la nuestra, es el triunfo tras la bajeza y la indignidad que representa la cruz, que fue su martirio y su muerte, es  la alegría frente a su entierro y a la soledad de su madre y sus amigos, pero también es reflexión, pues a los cristianos, si  somos fuertes en nuestras convicciones, nos toca proclamarla, enseñarla al mundo, con la esperanza y la ceguera de un invidente que cree y ve tan solo con su Fe.  

En la Semana Santa de la ciudad de Sevilla, la Hermandad de la Sagrada Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo hace de Ésta una imagen soberbia en su construcción y en su estética, pues le sigue a la magnífica figura de Cristo vuelto a la vida. Una Virgen hermosa, que no lleva lágrimas porque ya las derramó todas en la Calle de la Amargura y en el Gólgota allá en las afueras de Jerusalén.  

Es una cofradía que resume el momento en que Jesús está Resucitando, cuando aún, el Ángel, no se lo había anunciado a María Magdalena que fue la primera en verlo, Sevilla tiene frente a sus ojos cada Domingo de Pascua. un momento mágico, especial e histórico, un punto final y dulce a tanto dolor pasado por un Hombre Dios que lo dio todo por nosotros.  

San Mateo, en 28, 11-13, cuenta que los Judíos por una suma de dinero compraron testigos, para que en caso de necesidad dijeran que habían visto a Simón Pedro y a sus “cómplices” violar el sepulcro y llevarse a cuestas un gran envoltorio blanco, Mateo habla de gente de la misma raza de Jesús, judíos como Él y seguramente vecinos o conocidos.

Han pasado 21 siglos, y siguen habiendo nuevos personajes como Anás y Caifás  que para  quitarse “ el problema” lo envían a los modernos Pilatos que expondrán de nuevo al pueblo al Ser más grande,  para que vuelva a ser juzgado...Pero esta vez la pena no es de cruz, sino de burocracia, jerarquías y relaciones impersonales pero sobre todo de olvido.

Artículo aparecido en el Boletín de septiembre de la Hermandad de la Resurrección.

Foto: Francisco Santiago










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