Arte Sacro
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Puerta Osario. Lo Clásico. Álvaro Pastor Torres


 A Rafael Gómez Ortega, alias El Gallo, primogénito de la estirpe de don Fernando y la señá Gabriela, se le atribuyen la mayoría de las sentencias taurinas con forma de frase redonda, rotunda e incontestable y muchas de las anécdotas que en el mundo del toro han sido. Una de las definiciones más logradas mantiene que clásico es aquello que está bien arrematao, que no se puede mejorar. Si nos atenemos a esto el Corpus según Sevilla -versión original de la Catedral, pues hay ya tantas procesiones por los barrios que se debe concretar- no se ajusta a los cánones clásicos porque, como muchos latifundios, es manifiestamente mejorable: o bien le sobran figurantes en forma de cofrades con cirio o vara incorporada y embutidos en el terno oficial de saludar a la concurrencia –y mediocres, cuando no cutres, altares-, o acaso le faltan pasos -además de la bandera de España que echaban de menos unas señoras apostadas en las sillas de la calle Sierpes, y también más montajes espectaculares como el de Asunción de Cantillana, que aprovechando que el Guadalquivir de las exposiciones pasaba justo por el Círculo Mercantil, trajeron toda su artillería pesada, bien arropada por medio pueblo; el otro medio es de suponer que se quedó en sus casas con las persianas bajadas y las puertas medio cerradas.

El debut eucarístico-procesional con mando en plaza de Asenjo Pelegrina coincidió con el estreno de la escultura de Santa Ángela de la Cruz, obra que no ha levantado especiales pasiones artísticas. La mejor definición de la talla la dio una religiosa de la propia congregación que acompañaba a un grupo de niñas durante la víspera de puertas abiertas en la catedral. Mientras un devoto alababa las virtudes artísticas de la imagen, y lo mucho que se parecía a la santa, la monja, poco convencida de ello, miró de nuevo la escultura y sentenció: po e regulá. Solo el Divino Calvo sentado con Juan Belmonte en la puerta de Los Corales sería capaz de igualar la frase.

Tampoco era muy clásica que digamos la capa pluvial del arzobispo, otro elemento manifiestamente mejorable del cortejo, sobre todo si la comparamos con la del deán, recamada de estrellas bordadas. El cardenal Amigo nos tenía acostumbrados a un prêt-àporter litúrgico muy flojito y este señor de Guadalajara parece que está tirando del fondo de armario del purpurado, entre posconciliar e incalificable. Por lo demás la misma calor de siempre y chispa más o menos el personal de todos los años. Y es que como decía Rafael hay gente pa´ to.

Publicado en EL MUNDO de Andalucía, Edición Sevilla, el Viernes 4-VI-2010

Foto: Álvaro Pastor Torres.










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