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La Hermandad de la Vera Cruz reanuda los trabajos de restauración de los retablos de su Capilla


 Arte SacroEntre los años 2005 al 2007, se llevaron a cabo trabajos de rehabilitación arquitectónica y consolidación estructural, fruto de las necesidades que demandaba el edificio. En paralelo a las obras, se llevaron a cabo otra serie de trabajos, entre los que destacaron la colocación de una nueva solería,  la restauración de las pinturas murales del presbiterio o la intervención sobre dos de los tres retablos laterales: el de la Virgen de las Tristezas (anónimo, final s. XVIII, principios del s.XIX) y el denominado "Renacentista" que se atribuye a raíz de esta restauración a  Juan Bautista Vázquez "El Viejo" (s.XVI).

A excepción del retablo mayor (intervenido tato por alumnos de Bellas Artes en los años ochenta como por el grupo ORSINI  en los noventa), quedaba pendiente de intervenir el tercero de los retablos laterales existentes (obra anónima de finales del s.XVIII), dedicado a San Francisco en la actualidad y sobre el cual, hace unos días, han dado comienzo estos trabajos de conservación-restauración que llevará a cabo (como en el caso de los retablos anteriormente citados) la empresa GESTIONARTE SLU. ( www.gestionarte.es ), de cuyo responsable es el conservador-restaurador Benjamín Domínguez.

 Concretamente, los trabajos que se van a llevar a cabo durante los próximos tres meses, se van a circunscribir a la mesa de altar, la cual presenta un estado de conservación muy deficiente y que requería una actuación urgente. El retablo del cual forma parte, es una obra dieciochesca que alterna molduras y piezas de talla doradas al agua con fondos y elementos jaspeados, muy en consonancia con la transición entre el barroco y el neoclasicismo. A ambos lados de la hornacina central,  dos pinturas sobre tela (adheridas al cuerpo del retablo), que representan a San Roque y San Sebastián. 

La mesa presenta diferentes patologías, entre las que destacan la patente degradación estructural y el ataque de insectos xilófagos, favorecidos por el alto grado de humedad que recibía del muro, en el cual estaba encastrada y del que, tras el proceso de restauración, quedará aislada. Otra de las causas que han provocado  daños sobre la misma ha sido el continuo desgaste provocado por la colocación de bancos junto al altar (especialmente en los días previos a la Semana Santa) o de velas de promesa, que han provocado, por un lado,  no pocas roturas, y por otro,  una quemadura en uno de los ángulos.

 Estos daños a nivel de soporte tienen su correspondencia en el estrato de color, generando pérdidas y levantamientos, a los que hay que sumar los repintes aplicados y la oxidación del barniz de protección. Según se ha estudiado en el test de limpieza realizado, la superficie de la mesa presenta grandes zonas retocadas al óleo que ocultan la policromía original y la visión real del conjunto, ocultando aproximadamente un 70% de la superficie total. Estos repintes, están aplicados tanto sobre los estratos de preparación y color como sobre lagunas del mismo -directamente sobre la madera-, de una forma burda. Igualmente, el plinto inferior presenta hasta tres capas de color diferentes que ocultan un jaspeado hasta el momento oculto. A todo ello, hay que sumar en superficie la alteración y amarilleamiento del barniz de protección y la suciedad acumulada.  

Una vez culmine el tratamiento de conservación-restauración de la pieza, ésta volverá de nuevo a su emplazamiento original, si bien anclada sobre el muro de forma independiente, con dos objetivos: Aislamiento del muro y posibilidad de ser retirada, tanto para su uso como elemento litúrgico en altares efímeros como para preservarla de daños como el de la colocación de bancos ya expuesto.

 El retablo lo ocupa hoy una imagen de San Francisco de Asís, obra contemporánea de escaso mérito. Sin embargo, hay que advertir que  este altar fue ocupado hasta su traslado al convento de San Leandro en el año 1900, por la venerada y popular imagen de Santa Rita que allí recibe culto.

Tras la exclaustración de la comunidad (1837), ésta se trasladó a San Leandro, quedando en manos particulares el templo. Ya desde este último cenobio, la Madre Abadesa solicitó el traslado de la imagen a la autoridad eclesiástica "por estar solamente en depósito".                                     

Desgraciadamente, poca información se ha conservado del archivo del citado convento de Madres  Agustinas del Dulce Nombre de Jesús, por lo que la documentación de la autoría del retablo y su historia material se antoja bastante complicada por la ausencia de las citadas fuentes.  

Fotos: Gestionarte










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