Arte Sacro
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A través del antifaz. Los labios de la Redención. Alberto De Faria Serrano


 Tiene las manos oferentes. Su pecho descubierto para que se vea el inabarcable Corazón Divino. El gesto compasivo de quién solo tiene entre ceja y ceja la bondad ajena; cada mechón de la melena oculta la sangre sudada previamente por la calle Feria y no apartada del Cáliz del destino. Más ya se ha inclinado retando la altura del Olivo para que de puntillas eleve su cuello un beso de treinta monedas. Casi se las oye tintinear dentro de su bolsa lacerada y manchada. Lo espera como un cordero su degollación. Con la mansedumbre de quien acepta el designio de los Tiempos.

El sacrificio alcanza su inflexión por la genuflexión de un beso. Un beso comprado por y para todos los besos del Mundo. Un beso ensuciado por y para todos los besos que provoquen la sonrisa de un niño. Un beso cruel por todos los besos que inspiren la confianza de los ancianos. Unos labios cretinos por todos los besos que se dan al girarse los que se daban la espalda. Un falso beso por todos los besos que motiven la caridad entre los pueblos. Un puñado de monedas no vale la vida de un hombre como Él, pero si valió paradójicamente, la de todos los hombres.

El versátil telón de su Quinario fue hace poco un cielo encolerizado por el sentimiento que muestra el más vil e inmoral comportamiento humano. No hay más traición que la del abandono de nuestros principios. Desde el mismo instante que venimos al mundo recibimos el símbolo mas sagrado que la naturaleza nos otorga. Esa semana en Santiago se celebró lo más sagrado. Cada vez que desciendas por sus escaleras estarás besando ese símbolo. Porque ese beso no tiene precio ni hay monedas acuñadas en el mundo suficientes para comprarlo. Salvo que estén agrupadas musicalmente y en un metro cuadrado de la plaza de la Alfalfa. Id cogiendo sitio.

A dieciocho lunas para que su Redención acaricie cada rama de cada naranjo que le perfume por San Leandro.

Foto: Juan Alberto García Acevedo.










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