X años de Arte Sacro. ¡Chapeau!. Victor García-Rayo Luengo

Casi diez millones de visitas en diez años. Así, a pulmón. Sin más bombona que el corazón latiendo por las cofradías. Sin más patrón de barco que el atrevido Santiago agarrando el timón desde que sale de su trabajo oficial hasta que oficialmente se muere cada día, aunque el océano quisiera comerse la pequeña nave en plena tempestad. Esa es la clave del éxito de Artesacro: el corazón. Lo que merece Artesacro es nuestro respeto. Y aquí está el mío. Porque la web más seguida de nuestra pasión siempre fue gratis, como el esfuerzo de los locos que lo iniciaron. Porque han sido capaces siempre de mirar de frente a los obstáculos. Porque se reconocen meros informadores enamorados de la Semana Santa sin pretensiones de méritos y loas que, sin embargo, se están ganando a pulso.

¿Diez años? Tengo la sensación de sentir la existencia de Artesacro en mi vida desde la infancia. Posiblemente sea porque hacen las cosas como se hicieron siempre: con más corazón que cabeza.

Me conmueve la sencillez de Artesacro, esa naturalidad de quienes no desean mal a nadie. Me gusta que la web se haya convertido en mi rutina mañanera junto al lavado de cara y el café. Eso es Artesacro, algo mucho más relevante que la sonrisa perenne de su Hermano Mayor. Es un proyecto cuajado como la cera de un palio de vuelta, como el guante de fuego líquido que fue cimentando el niño en cada parón de la cofradía. Es una realidad nacional, un sueño que llegó a la meta, una verdad muy grande de grandes personas de verdad.

Normalmente elije el pueblo. Y el pueblo ha elegido a Artesacro. Será porque lo merece. Estamos a pocas horas de revivir la semana del repeluco, esas horas que durante el año provocan ausencias que todos rellenamos asomándonos a la web líder de nuestra pasión.

Es hora de ponerse el capirote, pero antes me quitaré el sombrero. Lo hago por Artesacro.