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Opinión. La Navidad, “Contaminación Comercial”. Delegación diocesana de Orientación Social - Justicia y Paz


 “... Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a la luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada”. Lucas 2,1-14

QUÉ PASÓ EN BELÉN 

            El hecho más extraordinario ocurrido en el mundo cristiano se produce con el nacimiento del Hijo de Dios, pero de una forma miserable. La madre carece de todo cuanto una mujer pueda desear para ese momento que ve cercano como es el de dar la vida a su hijo: La seguridad de una casa, la atención experta, el cuidado de su madre, la atención de las vecinas, etc. 

            Todo ello le falta para que se produzca con más nitidez la maravilla que se va a producir. Viene a la vida Dios hecho Hombre. 

            Parece como si el mismo Dios hubiera querido prescindir de lo accesorio para que la humanidad fuera consciente del regalo que le hace. Da la impresión de que Dios en su infinita sabiduría dijera al hombre: “Fíjate la cosa tan maravillosa que va a ocurrir. Y para que lo interiorices con más claridad, suprimo todo cuanto considero superfluo, aún con el sufrimiento de la persona de la que me voy a servir para el acontecimiento” 

RESPUESTA DE LOS HOMBRES 

            Los humildes, los pastores, son los que captan el mensaje de la Natividad. Aparecen con lo que tienen, con su pobreza y desposeídos de todo para constatar y reconocer la maravilla que se ha producido. 

            En el transcurso del tiempo la humanidad ha dado totalmente la vuelta al acontecimiento. Es más, se ha servido de él para dar rienda suelta a sus apetencias. Bien es verdad que con ligeras pinceladas de consideración de unos con otros, pues se habla del espíritu de la Navidad , convertido solo en esos deseos de una felicidad estereotipada que en apariencia inunda a todos lejos del auténtico mensaje que el hecho del nacimiento del Hijo de Dios lleva implícito. La debilidad de un Niño que nace, la alegría de una Madre por ser artífice de una vida, empañada por  el sufrimiento de sentirse despreciada,”...no tenían sitio en la posada” y sin los recursos que para la ocasión necesita”... lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”. 

            En contraposición a la sencillez y austeridad de la escena, la sociedad actual introduce otros valores que no tienen nada que ver con lo que ocurrió, celebrándolo en la forma que todos conocemos y en la que, en menor o mayor medida, todos participamos alejándonos del verdadero sentido del Nacimiento de Jesús.

CONSUMISMO 

            En un reciente mensaje el Papa advierte que la pobreza  escogida por Jesús para sí mismo “enriquece a quien la abraza” y que la señal a los pastores, dada  por los Ángeles para reconocer a Jesús fue: “Encontraréis un niño envuelto en pañales en un pesebre”. 

            Esta situación de extrema pobreza, continúa el Papa, “sigue siendo la señal también para nosotros los hombres y las mujeres del siglo actual. No hay otra Navidad”. 

            Sin embargo a pesar de esta llamada de atención para “beber en las fuentes” nos introducimos en una vorágine de consumo que pudiéramos llamar insultante. El espíritu consumista sube de tal manera que se adquieren artículos, para celebrar el acontecimiento de la Navidad ,  que dentro de unos días estarán a mitad de precio. La propaganda del consumo es tan fuerte que anula la capacidad de razonamiento sin pensar la cantidad de seres humanos que, por unos u otros acontecimientos, carecen de lo imprescindible para subsistir, terremotos, guerras, plagas, hambruna, inmigración, pobreza.

TODOS SOMOS RESPONSABLES 

            Se habla de la sociedad, pero uno a uno todos tenemos una responsabilidad de carácter individual para considerar que resistir al consumo en estas fechas, significa vivir el auténtico sentido de la Navidad en el que se establezca la AUSTERIDAD como valor. Es necesario saber, discernir, mirando a otras personas y a Belén, qué se necesita verdaderamente y de que se puede prescindir. 

            De esta forma seremos más libres y podremos captar con profundidad lo que sucedió  hace dos mil años en aquella cueva de Belén.










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