A Rocío Martínez Alcalde. Rocío Lareo Martínez.

Tanto él como yo, lo sabíamos perfectamente. No éramos nadie, sin ella.

Ella pedía el milagro, y así se lo concedieron. Nos lo dejaron unos meses más para que viviera de su brazo, y no de otro, las cosas que más le gustaban. Padrino se ha ido con toda su lista de tareas tachadas. Ella gran causante de ello. El milagro se cumplió. Tanto que lo pidió desconsolada en las horas de hospital, que la bendijeron para que en los meses venideros, lo acompañase a vivir sus mejores experiencias.

Del brazo uno del otro, paseaban por Sevilla, ella orgullosa de él, y él encantado de la vida. Era frecuente verlos por cualquier rincón de Sevilla. ¿Hoy dónde toca, Juan? , así empezaba cada día. Así despertaba una hermana, que todo le parecía poco para agradecerle a la vida.

Él “enganchao” de su brazo, dispuesto a comerse Sevilla; pronto soltó el carro, buen soporte era el que tenía. Era el brazo de mi madre, el que mejor le sostenía.

Eso es de puertas para fuera, lo único que se veía, pero lo mejor estaba dentro; Cedaceros guardaba la mejor de las maravillas.

Aquí prioridad las pastillas, prioridad entretenerse con los quehaceres de la vida, pero siempre uno al lado del otro, aún dentro así seguían; aquí era padri el desconocido, el guasón de toda la vida, aquí dentro eran ambos, los que mejor se entendían.

Mejor que un matrimonio. Eso yo les repetía. Mucho más inteligente si cabe, el quererse todos los dias. Y mucho mejor aún, el demostrárselo sin porfía.

¡Anda que el listón que habéis puesto, un ejemplo de por vida!

Devoción absoluta de hermanos; cosa poco común hoy en día. Ya el día en que naciste, a tus pies Juan se rendía… Los Magos de Oriente le traían, el mejor de los regalos que cualquier chiquillo tendría, una hermana guapísima, a la que Rocío le pondría. Era él mismo el que le puso ese nombre, que tanto repetiría.

Rocío Martínez Alcalde, Juan orgulloso de por vida, de tener una hermana así, que ya muchos la querrían. Pero él la cuidó a ella, todo era poco decía, ella se lo merece todo, y así se lo demostró cada día.

Ese regalo de Oriente, ha sido el mejor de sus días, pues esa entrega diaria, ha sido hasta el final de sus días.

Y es él, el que le deja su legado y sus apellidos de por vida, pero por buen seguro él sabe, que ella lo merecía. Que el Martínez Alcalde pesa, pero quien mejor que ella lo merecía. Gran representante deja, con mucho honor y valía, es su hermana la que se queda, como ejemplo de su vida.

(Padrino, me dijo que nunca sabría cómo agradecerte lo que hacías siempre por él. Gracias de los dos)

Hoy 5 de noviembre, Día del cuidador. Tantas noches sin saber lo que es dormir, tanto susto en el cuerpo, tanta cabeza dando vueltas; una entrega absoluta. Ahora toca coger el sueño de nuevo y estoy segura que ahora es ella la que tiene a los pies de su cama al “angelito” que le puso nombre-

Foto: Francisco Santiago