LA IMAGINERÍA. José Cretario. ABC Sevilla

Nunca me había preguntado por qué un icono reflejaba espiritualmente tan bien aquello a lo que representa. Y siempre me había llamado la atención que una representación tan ingenua y esquemática de Jesús o de la Virgen irradiara tanta atracción.

Me lo comentó un amigo, los artistas encargados de su hechura, muchos de ellos monjes de los antiguos territorios bizantinos se sometían a una preparación espiritual previa tan intensa que cuando cogían los pinceles lograban transmitir ese estado en sus obras. Hagan la prueba. Estoy pensando en los iconos cuando tengo de frente la fotografía de una dolorosa de lo que se ha dado en llamar nueva escuela cordobesa; esto es una serie de imagineros de notable calidad, que bajo el influjo del estilo de Lusi Álvarez Duarte trabajan en la capital de la mezquita. La imagen que veo es bella, tiene ojos verdes rasgados y sugerentes, su policromía refleja una cálida tersura y sus labios son rojos, carnosos y yo diría que hasta los tiene húmedos.

Han leído bien la definición ¿no? Léanla de nuevo. ¿A que parece que estoy escribiendo -con todos mis respetos- de una modelo en lugar de referirme a una Imagen sagrada? Pues bien esta imaginería, llamemos ultra sensitiva, es la que está haciendo furor en buena parte de Andalucía. De momento los artistas sevillanos siguen teniendo el mismo volumen de encargos e incluso continúan entrando con sus trabajos en la misma capital cordobesa como es el caso de José Antonio Navarro Arteaga que, por poner el ejemplo más cercano, esta semana llevará una Virgen del Amparo de talla completa; pero no hay que ser ingenuo: Córdoba puede convertirse, si es que no lo es ya, en el segundo foco de la imaginería nacional.

La manera de mantener aquí la posición no es otra que consolidar la calidad, que siempre ha existido a pesar del muñequismo desarrollado en la última década por noveles osados. Pero sobre todo no olvidar que una Imagen debe transmitir, como un icono, una sensación mística que invite a la contemplación y a la trascendencia.

Lo demás, lo de los labios carnosos, forman parte del mundo de lo mudable. Nunca llegarán a donde llegan, por ejemplo, los iconos.

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