No miró a la Madre de Dios. Isabel Serrato Martín.

Me tiembla el pulso al escribir este artículo, pero lleva dos días rondando mi cabeza escribirle una carta al agresor de Dios. No puedo, encuéntrala, entre mis letras.

No podría encabezarla ni con un querido y dos puntos, hermano y otros dos… no puedo, porque por más que quiera perdonarte, no puedo. Has atentado contra lo que más quiere Sevilla. Le has hecho daño a todos los sevillanos.

Quiero dirigirme al agresor pero veo tanta malicia en sus ojos que no me sale. ¿Loco? Para nada. La locura es una enfermedad, llamar loco a quien abusa de la maldad es insultar a tantas familias que acarrean con las lágrimas de quien por enfermedad no tiene cura. Tú no estás loco, tú tienes toda la maldad que estos siglos han arrastrado. Además te has apuntado a esta moda de hacer daño a Cristo y sus seguidores.

¿Tú Jesucristo? No me hagas reír. ¿Tú el alma de Dios? ¿Tú el hijo de Dios? El Hijo de Dios no aguarda tanta malicia entre ceja y ceja, el Hijo de Dios no presume de serlo, no presume de nada y por supuesto no le hace daño a tantas personas.

Tú, individuo, sabías muy bien lo que hacías, por eso fuiste a San Lorenzo… Tú, individuo, sabías muy bien lo que hacías, sabías que hasta la Justicia te daría una “paguita”, que habría quien te aplaudiría, incluso intuirías que habría revistas, que si se mofaran de ellos mismos, sentirían vergüenza, que te mostrarían más atención de la que mereces.

Incluso sabías, que el dolor del sevillano, el que sentimos, nos llevaría a cargar nuestra ira, a darte de nuevo más importancia de la que creías. Individuo, no olvides que aquí sólo hay uno.

Estoy segura que no miraste a los ojos de la que sería tu madre, si tú fueras el Hijo de Dios. Por eso no lo eres, porque ningún hijo le haría daño al vientre que le engendró. Tú no miraste a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, porque ni siquiera eres hijo de su merced. Un hijo no quiere que su madre sufra y tú le has hecho llorar más.

¿Tú su hijo? Tú no eres ni sevillano, porque habrás nacido en Sevilla, pero se nace donde se nace al amor, y tú de eso no entiendes; si nadie te lo enseñó no pudiste nacer en la verdadera y profunda Sevilla.

Le digo al gran cofrade Jose Luis Garrido Bustamante, que ni Rodríguez Buzón ni él, se han equivocado, el agresor no es de Sevilla.

Mientras yo sigo triste, esperando al Dios que encuentro siempre al mirar al cielo, sigo esperando a ver a quien es silueta de Sevilla, mientras, individuo, te dejo entre las manos del que todo lo puede, que será el que juzgue. Por su bondad, ya te ha perdonado.

Gran Poder, “tú eres plegaría, eres camino…”, aguárdale el perdón al malhechor y recondúcele su destino.

Foto: Fco. de Borja Cordero Murillo.