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La Madrugá

La Madrugá (o Viernes Santo Noche) hay que saber llevarla, puesto que el gentío, la noche en sí, el frío y otros factores, la hacen una jornada muy distinta al resto.

Para empezar, las seis hermandades que hacen estación de penitencia, podríamos dividirlas en dos grupos, las de negro y las de capa.

Es la noche de los contrastes: por un lado las marchas más rítmicas y aclamadas por la multitud; por otro, la música de capilla y el más rotundo de los silencios.

Esta noche representa el culmen de la Semana Santa, quizás la nota más importante del fervor sevillano, aunque no todo lo que veamos esa noche sea de nuestro agrado.

En ella veremos a las imágenes más representativas de la Pasión. El Silencio, que no permite descanso, puesto que parece correr, mientras el Señor abraza su Cruz de carey y plata, única invertida con respecto a las demás. 

La Hermandad del Silencio tiene, además una insignia característica que ninguna otra Hermandad lleva. Nos referimos a la espada que flanquea a la bandera concepcionista y que simboliza el voto formulado para derramar la sangre en defensa del dogma de la Inmaculada. Otra peculiaridad es que el Hermano Mayor, lleva colgada del cuello la llave del Sagrario del Templo, aunque en la actualidad este acto es totalmente simbólico, puesto que su templo ya no pertenece a la Orden de San Antonio Abad.

El Gran Poder, caminando entre la gente, porque sus hermanos costaleros logran que nos olvidemos de las andas y nos fascinemos con su lento pero constante caminar. Este Nazareno con la Cruz a cuestas recibe el sobre nombre del "Señor de Sevilla". Y es que su devoción no conoce fronteras...

Justamente, detrás del Señor de Sevilla, aparece la Cruz de Guía de La Macarena, tornando el silencio en júbilo, la oración en expectación. Es la otra cara de la noche por excelencia, el cambio de los cirios en alto por las plumas de los armaos. Tras ella, vuelve el silencio, la Hermandad del Calvario, que pone orden al bullicio y seriedad en el acto.

Tras Él, otra Esperanza, pero esta vez desde el barrio de Triana y bajo una lluvia de pétalos que conmocionan el tramo de las calles Velásquez y O´Donnell, justo antes de la entrada en la Carrera Oficial.  Cierra la Noche El Cristo de los Gitanos que con su Cruz a cuestas recorrerá lentamente la campana de una sola pero lenta chicota, al son de las marchas que se van encadenando.

Y no olvide algo muy importante para esta noche, la paciencia, ya que podrá comprobar como es engullido literalmente por la bulla de gente que intenta desplazarse para contemplar lo más cerca posible a sus hermandades, o podrá desesperar ante el interminable cortejo de nazarenos que pasan ante nosotros y que parece no terminar nunca.

En Sevilla, supone la jornada cofradiera en la que se dan cita los máximos exponentes, artísticos y devocionales, de la Semana. Durante toda la noche y madrugada, y hasta bien entrado el día, la ciudad es un hervidero de público y emoción. La vigilia una sensación extraña, en la que el ayer y el mañana se confunden, lo cual contribuye, sin duda, a crear la atmósfera de misterio que parece envolver a la ciudad.

Desde que sale la primera cofradía de la Madrugá, Ntro Padre Jesús Nazareno, El Silencio (La Macarena desde su barrio inicia la procesión sobre las 23:45 horas), hasta que se recogen los últimos palios, La Esperanza de Triana y La Macarena, sobre las 14:00 horas de la tarde del Viernes Santo, transcurren más de 12 horas. Es por ello que se plantean dos opciones para vivir la madrugada:

a) Vivir la Madrugá desde sus primeros compases, saliendo sobre la 01:00 horas de la noche para recogerse cuando empieza el día a clarear.

b) Descansar las primeras horas de la noche y salir a la calle sobre las 04:00 o 05:00 horas de la mañana.

Consejos para vivir la Madrugá:

Use ropa cómoda, sobre todo en lo referido a calzado. Prevea que a las primeras horas del alba puede hacer bastante fresco.

Aunque parezca extraño, pararse a descansar a mitad de la madrugada puede tener efectos demoledores, en los que el sueño y en cansancio llegue a vencernos. Es mejor, si hace falta, un café rapido en algún bar (todos los del centro abren esa noche) y seguir hasta que aguantemos.

Al igual que la Madrugá representa el punto álgido en cuanto a devoción, arte y emoción, también lo es en cuanto a bullicio por la calle y número de nazarenos. Ello hace inevitable esperas prolongadas para contemplar los pasos, sobre todo en la primera parte de la Madrugá. Tenga paciencia y disfrute de la contemplación de los cortejos (nazarenos, insignias, acólitos, etc...).

No todo el mundo sale esta noche a contemplar las procesiones. Estos grupos son perfectamente reconocibles, por sus costumbres y malas formas (en la viña del Señor hay de todo). Procure evitarlos en la medida de lo posible.

Fotos: Francisco Santiago

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

 

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