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“La Caseta Cofradiera” 1ª Parte. Biotipos Cofrades


Mariano López Montes. Ya que este año todo se nos ha aguado a todos, aunque no haya llovido mucho, y coincidiendo con la fecha que todo se acababa, y ya solo nos quedaba el patrimonio de unos recuerdos que deberían acrecentarse y mejorarse en cantidad y calidad para el próximo año, según nos deseábamos con esa salud que nunca nos podía faltar y con esa contrincante, llamada enfermedad, que este año se ha hecho dueña del cotarro.

Aunque la Feria desde sus principios en 1847 siempre tuvo un origen comercial, sobre todo ganadera, actualmente vemos a veces una vuelta a sus orígenes en las casetas de empresarios y grandes empresas que no dejan pasar la ocasión para engordar la bolsa. Pero de esta feria y estas casetas no quiero hablar, en esta ocasión y utilizando un tono satírico y con ciertas notas de humor sano, que tanta falta nos hace en estos días, os voy a hacer una disertación muy a mi manera de esas “casetas cofrades”, haciendo un ligero bosquejo de lo que allí acontece.

Una Caseta de Cofradía, al igual que todas las demás, es una prolongación de una Casa de Hermandad improvisada a base de tubos de hierro y lonas a rayas rojas o verdes según afinidad, con profusión de lunares en algunas ocasiones y con una pañoleta triangular que define el nombre con el escudo corporativo en su versión más informal y festiva o con los artículos “los” o “las” para referirse a la nomenclatura u otra característica jocosa relacionada con la Hermandad que la monta y la administra.

El elemento diferenciador del ambiente de estas con otros casetas, es que aquí la Semana Santa no se ha acabado con la entrada de La Soledad de San Lorenzo, como dirían los más clásicos, aquí aunque se escuchen sevillanas y se coma y se beba, se sigue hablando de cofradías, de horarios, de itinerarios, de retrasos, de cambios, de vueltas y revirás, de candidaturas actuales y futuras, es decir: “El patíbulo cofrade sigue instalándose y existiendo, para juzgar, ejecutar o magnificar a presentes y ausentes y entre las estrecheces y dificultades del espacio, caben y pasan bien todos los palios adornados con las bondades, virtudes, criticas y a veces algo de maldad que lleva implícito  el mundo cofrade.

Existe desde ese abrazo con palmada dorsal sonora de la “Muy Ilustre sociedad de bombos mutuos”, hasta aquellos que al ver al máximo dirigente de la cofradía exclaman “Sr Hermano Mayooor” con muchas oes en la terminación, lo que le da cierto boato  al encuentro, también existen los “ilustres caballeros de la Santa Bisagra”, que dan el “bisagrazo” en forma de reverencia a cualquier cargo, ya sea Cofradiero o político.

Un gran amigo mío se sentirá identificado y estoy seguro que me dedicará el mejor de sus recuerdos… También suelen pulular “los pelotas con trienios, antigüedad y Puntos” que suelen orbitar alrededor de los cargos, sobre todo hermanos mayores y diputados mayores de gobierno, buscando puesto en la nueva junta que se escucha que se va a formar para las próximas elecciones, que casi siempre se ven a la vuelta de la esquina, o para ver si este año cojo ese puesto en la cofradía que este año se lo han dado a otro que yo se me, “y siempre te dice que no quiere hablar, pero al final te da el nombre y hasta los datos fiscales del beneficiado y su eléctrico benefactor……”. También orbitan esos “funcionarios meritorios con ansias de vara” (siempre de acuerdo y defensores a ultranza de la forma de hacer de los que mandan y risueño adulador  de gracias y anécdotas). Existen otros biotipos que forman esta fauna cofrade, que por su carácter humano denominaremos antropológica.

Existen otros personajes como los chistosos de turno, los graciosos, los estilistas cofrades modernos y algún otro loco o tonto oficial que existe en casi todas las nominas de las cofradías. Como no, se me olvidaba también que existe en este ámbito cofrade ferial el bandolerismo de Sierra Morena, expresado en las clásicas “puñalás” traperas, los que cuentan “el chisme secreto” y que al final conoce todo el mundo, y los famosos gorrones feriales buscando presa fácil para satisfacer sus aficiones a veces insaciables y que conforman ese otro grupo, digno de estudio de “Ilustres Caballeros y Señoras” afines a la famosa “Manzanilla La Pescueza”.

Cada caseta cofrade guarda un estilo, una estética y unas formas propias afines con la Hermandad a que pertenece, aunque por cualquier circunstancia algunos lo alteren con su devoción/adicción a ese Dios Baco, al que se le rinde intenso culto en esta semana ferial.

Los atuendos de señoras, señores y mocitos/as van muy en consonancia con modelos muy preestablecidos, no es de extrañar ese olorcillo  que a veces se entremezcla con el del adobo y otras fritangas de los trajes del quinario pasado.

La música normalmente sevillanas, casi siempre esta enlatada y suele funcionar a altas cuotas de audición, pero de vez en cuando surge la novedad, ya que un joven de la hermandad, hijo/a de algún conocido o miembro de la Hermandad, o muchacho/a muy implicado en ese grupo de “brotes de olivo”, que describí en otra ocasión y que actualmente lleva un cirial, limpia plata y se está preparando las oposiciones para aprobar una plaza o hueco en ese cada vez más cotizado “Deporte Sacro”. Estos jóvenes normalmente guapos/as como un San Luis de Palo, que decían los antiguos, ha heredado el arte, normalmente de origen desconocido, pues como dice su padre, ¡yo no canto bien ni cuando me afeito!, a lo que su mujer con tono algo airado le responde : ¡¡Cállate Manolo y no digas más tonterías ni gracias de las tuyas, que al niño ya desde chico se le veía venir!!. Normalmente la madre, que es la presidenta del “club de Fans” y manager del grupo, es la que enfatiza y publicita su arte, aunque normalmente el padre para salvar su honor paterno le replica: “Yo lo que quiero es que no deje de estudiar, que la cosa esta fatal, que sea como Dios manda y como me ha “salío” cofrade, “ya pa morir”, el otro me ha “salio algo moderno” y le ha dado por otras cosas.

El grupo artístico no profesionalizado cambia el rictus serio y formal del día que salió de acolito/a con el cirial o el incensario, por esa sonrisa estudiada y falseada de la “ciudad de la gracia”, que impone modelos normalmente muy reiterativos de oles, palmitas y muecas, algo parecido a esos andaluces caricaturescos y un tanto irreales que nos venden en televisión. Forman un grupo que desde hace dos años comparten las mismas afinidades, en este caso ese “Flamenquito” que esta tan de moda, ellos con esos trajes del quinario que dejaron en la sacristía cuando se pusieron la dalmática, pero esta vez la misma prenda toma un aire más jovial festivo y sandunguero, sobre todo si la pieza a interpretar es una rumba, la corbata suele desaparecer para enseñar el virtuosismo de sus cuerdas vocales, o es de un color más estridente y menos clásico, el peinado que suele seguir con su afición a la gomina suele presentar ciertas ondulaciones flamencas, que en cuaresma serían impropias. Ellas jalean a sus mocitos y suelen vestir el tradicional traje de faralaes que su madre le compró en aquella tienda que presenta una de esas nuevas diseñadoras de cierto pedigrí, o bien un modelito estudiado con cierta elegancia, porque la imagen lo es todo, ¡claro! ..., y aunque nos guste y amemos este flamenquito, no es cuestión de parecerse a “Los Chunguitos”, y aunque se haya nacido y vivido en la Puerta Osario, Nervión o Pino Montano, es como si se hubieran respirado los aires de la famosa Cava de toda la vida.

Como creo que el tema da para mucho, prometo firmemente hacer una segunda parte de este articulo a mi amigo José María, que ostenta vara dorada en una de mis cofradías y que ayer me encontré en “nuestro trabajo de intendencia” con la bolsa matutina y que no pude darle uno de esos abrazos de bombos mutuos, pero guardando la distancia si le pude decir, eso tan sevillano de “Hermano Mayooor”, para que vea que he cumplido, como un funcionario meritorio (aunque yo no tengo deseos de vara), lo que me sugirió que escribiera, cuando me lo encontré ayer en la calle Baños.

Archivo de Mariano López Montes.

Foto casetas: Francisco Martín Espinosa Carretero










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