Devoción y monotonía. Antonio Sánchez Carrasco

La suerte que tiene uno es la de tener familia y amigos. Que como alguien dijo son la familia que uno elige. Entre ellos cuento a mi amigo Carlos. Siempre pendiente. Desde su primera época en Fiestas Mayores con Gonzalo Crespo. Siempre facilitándome la vida. Entre mis ocupaciones y las suyas siempre tenemos un café pendiente. Pero vamos que del desconfinamiento no pasa, del primer día que pise el centro.

Y así estaba viendo una foto que disparó el otro día y le pedí un nuevo encuadre la próxima vez que pasara por el sitio. Dicho y hecho. Pasó, disparó y me la envió.

La devoción del alma y del cuerpo unidas en medio metro cuadrado.

La normalidad de la mente, el espíritu y el estómago. Nada como sentarte en un velador y desayunar mientras pasa Sevilla a tu alrededor.

Las iglesias abiertas para poder agradecer a los que sentimos la fe y a los que no, porque como me dijo un amigo carente de fe, una vez, si todo consiste en sentarte un rato y en silencio y mentalmente pedir y dar gracias, tampoco es un sacrificio tan grande hacerlo, por si acaso.

La foto de Carlos me acerca a la Ciudad que dejé un 14 de marzo y a la que aún no he vuelto.

Gracias querido amigo por trasladarme aquel rincón de sacro canalón de nuestra ciudad.

#Yaestanabriendolosbares

Foto: Carlos García Lara.