Arte Sacro
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La prefiero a Ella. Pablo Borrallo


Esa imagen lleva a cuestas una cruz pesada, cruel e ignominiosa. Es la cruz del repudio, la cruz que se marca para siempre en la frente. Una cruz que resulta ser la misma cruz que cargó Cristo. La cruz de la autocomplacencia humana. Yo prefiero arrimar el hombro y ayudar a aliviar el peso de la deshonrosa cruz que dobla el alma de la pobre talla. Esa imagen de mujer a la que no le quedan lágrimas de tanto llanto. Esa imagen coronada de nada en los medios de comunicación. Esa talla sagrada, que no profana, indigna siquiera de pronunciarse en ella el alto nombre de María. Prefiero quedarme junto a lo que representa, prefiero que no sea ella quien nos sustituya en la hornacina de su sagrado corazón.

Prefiero rezarle por los sanedritas despechados, por los insatisfechos de una falsa felicidad, que se han se atrevido a arrancar el honor a quien más lo merece. Esos que hablan de mirar al necesitado, negándole el auxilio a la que representa el más puro y maternal auxilio. Esos que miran pero que al mismo tiempo se niegan a ver. Esos que tienen miedo de mirar más allá porque en su vanidoso fondo piensan que más de lo que se obra acá no hay absolutamente nada. Esos que solo ven en esa sencilla dolorosa un juguete roto.

Los inmanentes que bien pudieran convertirse a lo transcendente. Esos que se desvelan por la apariencia ajena sin preocuparse por la propia. No la dejarán en paz aunque cumpla su función. Como Cristo camino de Roma, no tardará la ultrajada talla en volver al aparato mediático hispalense para que la crucifiquen de nuevo. No cesarán en buscarla hasta prenderla en el huerto del orgullo. Querrán fustigarla, escupirla y coronarla para someterla, las veces que haga falta, al ultraje inmisericorde de un nuevo juicio, sin importar que su llanto caiga sobre sus cabezas.

La prefiero a Ella, aun deshonrada y destrozada por la opinión de los alados ángeles de la belleza. La prefiero a Ella cargando con esa pesada cruz de la soberbia estética que le han cargado para que reviva una segunda Pasión. La prefiero a Ella y lo que hay en Ella, abandonada a la crueldad de la polémica, porque solo siendo consciente de su dolor, podré alcanzar a ver el dolor del mundo. Ese mundo que nos negamos a ver y donde hay tantos excluidos y aislados como la pobre imagen. Prefiero rezarle a despreciarla. Prefiero no tomar jamás el nombre de Dios en vano.

Pablo Borrallo
Doctor en Historia y Hermano Hdad. Siete Palabras










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