Cofrades en la diáspora veraniega. Antonio Sánchez Carrasco

Escribo sentado en el porche de una casa rural en Pruneda (Asturias). Frente a mi el plato aún con las migas de pan de el desayuno recién degustado y más allá justo en el lado opuesto de la calle, una panera, que es como un hórreo pero de seis pies.

Repaso las fotos que Carlos Valera me ha enviado desde Ceuta, de las Vírgenes de Castillo Lastrucci, para mi futuro libro al que volveré una vez acabadas esta vacaciones. Gracias Carlos.

También he hablado con Dani Marín que anda por Buenos Aires ampliando su sabiduría y por supuesto me envió fotos del Cristo de los futbolistas y un Ecce Homo aparentemente muy sevillano.

También me imagino a Pablo Borrallo por las calles de París tratando de encontrar la Virgen del Rocío que este que suscribe le contó que había, yo siempre lo cuento a quien va como si París fuera del tamaño de Rochelambert. Y su Mari Tere tomando apuntes mentales para sus próximos dibujos. El verano es lo que tiene. Hasta los cofrades nos dispersamos.  Como Mariano Ruesga y su Chipiona dependencia, bendita tierra. O Javi Jiménez que se vino a descender el Sella, porque así  son los valientes, que yo pasé por allí y aquello tenía más piedras que el suelo del paso de Cristo de la Carretería.

Cofrades que van y vienen, la semana de la jura del Consejo, ojalá les vaya muy bien. Y de repente en Oviedo una tienda cofrade con estampas de todo el orbe sacro y allí  dejé a dos de mis Vírgenes, Mercedes y Caridad y a su Hijo Cautivo, nunca abandonado. Y justo donde la Regenta se hizo eterna en un monumento en Oviedo, Javi de la Prida y familia, que alegría encontrarte con gente buena tan lejos de la calle Adriano.

Y en Villaviciosa me quedé prendado del Museo de la Semana Santa. Algo que nunca tendremos en Sevilla. No sé equivoquen podremos tal vez tener un centro de interpretación, Museo jamás. Y en la puerta un monumento a la Semana Santa, y mientras pensaba en lo que ganan los pueblos que se dedican a enorgullecerse de sus tradiciones, en la calle Betis la Velá de la Señá Santa Ana, que todo vino por un milagro ocular de la Virgen a un Rey, cuando no existía ni el concepto de Triana, y la enésima disputa por las banderas preconstitucionales en ese bucle melancólico hispalense. Mientras llegará el Patrón de España que se vive en el Aljarafe y yo echaré de menos la sidra. Sean felices y tengan cuidado ahí afuera. Y recordad, sólo se va para siempre quien no es recordado, así que suene Réquiem con tambor ronco por el recuerdo de una buena persona.

#LosLunesAlSol

Fotos: Antonio Sánchez Carrasco.