Arte Sacro
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El Cristo de la Buena Muerte presidirá el Viernes Santo el rito de adoración de la Cruz


IMG-20240328-WA0021Arte Sacro. El Santísimo Cristo de la Buena Muerte presidirá sobre su paso procesional el rito de la adoración de la Cruz en los oficios del Viernes Santo, día dedicado al memorial de la muerte de Nuestro Señor (16.30 horas, Capilla Universitaria). El madero y el cuerpo inerte del Crucificado aparecerán cubiertos con una gasa negra que la liturgia del Viernes Santo invita a ir descubriendo en tres fases diferentes.

¿Qué simbología tiene velar la cruz de esa manera?

El Viernes Santo la Iglesia Católica vela las cruces de los templos en señal de duelo por la pasión del Señor. Signo de austeridad que impide que en estos días desviemos nuestra atención de lo verdaderamente importante: meditar y rezar con los textos sagrados de la Pasión. La Cruz descubierta nos invita a adorarla, pues de ser un instrumento de tortura, sufrimiento y muerte, pasa a ser un signo de esperanza, amor y victoria. Lo hacemos también conscientes de que el velo se rasgará (cf. Mt 27,51) para encontrarnos con el misterio cognoscible de Cristo resucitado.

La ceremonia de adoración de la cruz, tiene su origen en el siglo IV, en la veneración de la Vera Cruz (Verdadera Cruz) conservada en Jerusalén.

Esta ceremonia se realiza en tres actos que significan los tres actos principales de escarnio sufridos por Nuestro Señor Jesucristo:

IMG-20240328-WA00201º Cuando, en el atrio del sumo sacerdote, abofetearon el rostro sagrado de Nuestro Señor. Por eso la primera vez no se descubre la Santa Faz del crucifijo.

2º Cuando el Rey de la gloria, coronado de espinas, fue objeto de burla por los soldados que se arrodillaban y las palabras: «¡Salve, Rey de los Judíos». Por eso en la segunda vez se muestra la Santa Cabeza y la Santa Faz del Rey del universo (Mt 27, 27-30).

3º Cuando el Hijo del Altísimo, despojado de sus ropas, fue crucificado y fue insultado con la blasfemia: «¡Ah, tú puedes destruir el templo y edificarlo de nuevo, sálvate a ti mismo.» Por eso, en la tercera vez el crucifijo se muestra todo descubierto (Mt 27, 40).

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Fotos: Manuel Fdez. Rando y Pablo Martinez.










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