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Santa Marta. Hoy, conferencia de Alfredo Flores dentro del Ciclo Cristianimismo y Sociedad


 Arte Sacro. El viernes 13 de febrero, a las 20,30 horas en la Hermandad de Santa Marta, organizado por la Diputación de Formación, conferencia sobre el tema "La Declaración de los Derechos Humanos y la Encíclica “Populorum Progressio”. Sus aniversarios, retos para el siglo XXI" a cargo de Alfredo Flores Pérez, abogado, ex fiscal de la Audiencia Provincial. Esta conferencia se enmarca dentro del ciclo Cristianismo y Sociedad.

La Declaración de los Derechos Humanos (1948) y la encíclica Populorum progressio (1967) son dos documentos de gran trascendencia desde el punto de vista humano, social y religioso que nacieron en la segunda mitad del siglo XX y han marcado decisivamente la reflexión y la acción sobre la realidad humana en la Tierra : su dignidad esencial y el necesario desarrollo integral para todos los hombres, sin diferencias de razas, sexo, nación, lengua, religión, etc.

La situación de pobreza extrema, injusticia, hambre y subdesarrollo que afecta a gran parte de nuestro planeta está tanto en los ideales de ambos documentos como en la necesidad de aplicación real y concreta aún en nuestros días.

La Hermandad de de Santa Marta, dentro de su ciclo formativo “Cristianismo y Sociedad” plantea con esta conferencia una reflexión cristiana sobre ambos textos, partiendo desde sus aniversarios recientes -que fueron conmemorados con diversas iniciativas en el ámbito social y eclesial, a las que nos unimos-, y enmarcándolos en el reto que nos plantea el siglo XXI, con objeto de enriquecer la conciencia de solidaridad y justicia social.

10 DE DICIEMBRE DE 1948: LAS NACIONES UNIDAS APRUEBAN LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

La Declaración Universal de Derechos Humanos presentada ante la Asamblea General de las Naciones Unidas reunida en París, fue adoptada el 10 de diciembre de 1948 por cuarenta y ocho países

Ese mismo día, la Asamblea General le pidió a la Comisión de Derechos Humanos que preparara un proyecto de pacto sobre los derechos humanos y que pensara en las medidas necesarias para su puesta en práctica. La Declaración de Derechos Humanos se vió completada 18 años más tarde (en 1966) por dos pactos internacionales así como por unos protocolos que garantizan su aplicación, textos que no entrarán en vigor hasta 1976 después de su ratificación por los Estados.

La expresión Carta Internacional de Derechos Humanos engloba hoy en día un conjunto de textos que incluye la Declaración , los dos pactos adoptados en 1976 y los dos protocolos facultativos correspondientes.

La Declaración , que se presenta como el " ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse" no es, como apuntan Guy Lagelée y Gilles Manceron, "una convención internacional sino que es una simple resolución adoptada por la Asamblea General. No tiene más que una fuerza moral que no conlleva vinculación jurídica precisa, excepto para los Estados que la han incluido en su propia Constitución. Con todo, su alcance es importante por la universalidad del mensaje que expresa: es la primera referencia común a todos los pueblos de la Tierra en cuanto a las libertades fundamentales y los derechos humanos. La Declaración llegará a ser una fuente de inspiración para numerosas constituciones nacionales tanto en los artículos que las componen como en los preámbulos introductorios. Tuvo y sigue teniendo una gran influencia en la evolución del derecho internacional".

Encíclica  “Populorum Progressio”
Carta Encíclica promulgada por el Papa Pablo VI el 26 de marzo de 1967.
Sobre la necesidad de promover el desarrollo integral de todos los pueblos.

Populorum progressio , encíclica publicada por el papa Pablo VI el 28 de marzo de 1967. Basada en la experiencia pastoral adquirida por el Papa durante sus viajes a países en vías de desarrollo y del Tercer Mundo, no fue dirigida con la intención de convertirse en un tratado teórico, sino para efectuar un llamamiento urgente a afrontar directamente problemas de alcance mundial.

La Populorum progressio, después del Concilio, se presentaba como una palabra profética dentro de un proyecto que quería situar a la iglesia como servidora del mundo, siguiendo la línea de la Constitución pastoral «Gaudium et Spes».

La encíclica de Pablo VI fue bien recibida y aceptada en el mundo eclesiástico y mucho más por parte de los seglares. Esto se debió tanto por los temas que trataba con una previsión desacostumbrada y de forma muy clara, como por el método utilizado. Por primera vez un documento papal oficial citaba a teólogos, filósofos, economistas y sociólogos, religiosos y laicos, como Henry De Lubac, Jacques Maritain y Joseph Lebret, Von Nell-Breuning, Colin Clarck y Dominique Chenu.

En su primera parte, después de realizar un somero análisis de la situación, defendía la visión cristiana del desarrollo, que no puede reducirse al mero crecimiento económico. Después enunciaba algunos principios fundamentales, entre ellos el destino universal de los bienes y de la propiedad (la propiedad privada no es un derecho inalienable, sino que tiene una función social), y una crítica al “liberalismo sin freno” (las leyes económicas no son normas supremas sustraídas a la ética, dado que la economía está al servicio del hombre). La segunda parte ofrecía determinadas líneas concretas de actuación, tales como la asistencia a los débiles (a través de créditos a los países subdesarrollados) y la lucha contra las injusticias que presiden las relaciones en el comercio internacional .


 CONTEXTO


Antes de Populorum Progressio se habían operado importantes cambios en la convivencia humana. La ciencia y la tecnología habían favorecido la globalización de las comunidades, y los viajes espaciales. La economía crecía a pasos agigantados en la producción industrial y en la aportación de servicios cada vez más sofisticados y enriquecía maravillosamente a unas naciones, mientras que simultáneamente dejaba en retraso lacerante al sector agropecuario, en pobreza a amplias zonas en un mismo país y en subdesarrollo a gran número de naciones.
 
Todo mundo veía que era necesario realizar cambios para que las innovaciones económicas, científicas y políticas tomaran un rumbo humano y justo. Era necesario conducir el cambio por el hombre y para el hombre, pero era evidente que estos cambios traerían consigo inseguridad, desconcierto y angustia. En el XI Congreso de Dirigentes de Empresa, Paulo VI se había definido como defensor de los humildes, abogado de los pobres, profeta de la justicia, heraldo de la paz, promotor de la caridad, es por ello que uno de los frutos personales de dicho Congreso vio hacer la promulgación de la encíclica Populorum Progressio.
 
CONTENIDO

La Iglesia sigue con atención el desarrollo de los pueblos, sobre todo el de los más necesitados. La aspiración de mejorar de muchos hombres se ve impedida por la situación en la que viven. Los pueblos quieren además de su independencia política, su independencia económica. Con la descripción de Populorum Progressio.  Se patentiza la urgencia de buscar el desarrollo solidario de la humanidad.

El desarrollo completo del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad. Hay que luchar por una verdadera unión entre las naciones para asistir a los pueblos más débiles. El deber de solidaridad de las personas es deber también de las naciones. Los pueblos deben de llegar a ser por sí mismos artífices de su desarrollo: es la meta que hay que conseguir.
 
Es necesario también el diálogo entre las naciones: Este diálogo es factor de fraternidad y ha de centrase en los hombres, no en los intereses egoístas económicos y políticos. En esta labor debemos de trabajar todos. Hombres y pueblos, deben asumir su responsabilidad. A manera de conclusión el Papa asevera que el camino de la paz pasa por el desarrollo, pero éste no está en la abundancia de riqueza egoísta, sino en la economía puesta al servicio del hombre.

Foto: Juan Alberto García Acevedo.










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