Arte Sacro
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A través del antifaz. La altura de tu Buena Muerte. Alberto De Faria Serrano


 Ponme falta Señor. El Magisterio de tu Buena Muerte precisa a veces de alguna ausencia obligada y no por justificada y añorada, es menos lamentada. Sé que el Aula Magna estará repleta y será todo el día incesante, sobre todo cuando el Romancero profundo y docente del Maestranza haya rendido al cielo azul del Arenal su último verso. Pero más que nunca sabe uno aprehender de tu proverbial enseñanza. Tú lo sabes bien y cómo. Los cuatro hachones son como Cirios Pascuales encendidos por los evangelistas concelebrantes de tu eterna lección. Porque sólo basta un cetro de lirios a tus pies para comprenderla. En tu Buena Muerte, eres fuente de vida y espejo de salvación. Qué paradoja mas instructiva. Basta la dulce praxis de Ti mismo para asimilarla. Es muy sencillo meditar con la Cátedra de tu cruz. Tu Manual es tan sobrio como escueto. Tan dulce como divino. Tan bellamente redactado como explicado. Y se Ilustra de una pieza sobre nuestro pupitre labrado en la mejor caoba. Ya quisiera el Paraninfo.

Te veo al cerrar los ojos y me asalta la duda. Una única duda antes del Examen de cada Martes Santo por la Muralla de Miguel de Mañara. Sabes bien que siempre los humanos tenemos dudas. Como alumnos, somos tiernos, inmaduros e imperfectos por naturaleza. Porque cuando explota por allí la fragancia de cada Primavera, quieres comprobar por Ti mismo las pétreas dudas, como los sillares del muro almohade, de cada uno. Como la Angustia que se agarra al cadalso de plata dorada cuando brotan las cadenciosas rosas de Soleá dame la mano . La mía es tan profunda como humana. Alzo el cirio como la mano en mi pupitre. ¿Por qué no sabemos estar a la altura de tu Cruz? ¿Por qué somos tan olvidadizos de tu majestuosa lección si nos la explicas año a año, hoy igual que ayer? ¿Por qué nos ofreces tan eterna reválida? ¿Por qué nos resistimos a comprenderla? ¿Quizás porque nunca sabemos cuándo es el Examen Final, aunque si sabemos qué preguntas pondrás? ¿Por qué nos cuesta tanto estar a la altura de tu Buena Muerte? Te escuchamos con todos los sentidos. Audimus Te igitur .

A nueve inaudibles y cadenciosos melismas para que el Ángel de la Fama, anuncie la gloria de tu dulce y serena disertación.

Foto: Fco. de Borja Cordero Murillo.

  










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