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Provincia. Multitudinaria procesión extraordinaria de Santa María de Gracia Coronada de Carmona en el Año Santo Jubilar


Manuel Pinto Montero. Apenas había amanecido en la ciudad de Carmona cuando sus viejas calles eran senderos que conducían a la Prioral de Santa María, calles por las que numerosos devotos transitaban buscando la Gracia de la Santísima Virgen María. Era un día especial y eso podía palparse en el ambiente, en sus calles engalanadas y en los rostros emocionados de los vecinos de Carmona. Una emoción que rompió en lágrimas y vivas cuando el reloj marcaba las diez y seis minutos de la mañana, momento en el que el clero se adueñaba de las andas de la Virgen de Gracia y sobre sus hombros iniciaban una extraordinaria procesión por numerosos rincones de una ciudad entregada a su Patrona.

Minutos después el templete de plata que cobija a la venerada imagen de Santa María de Gracia Coronada atravesada la puerta del Sol donde todo un pueblo la recibía en la calle San Ildefonso. Los sones de la Banda de música El Arrabal de Carmona, el repicar de las campanas, los aplausos y ovaciones se fundían para honrar a la Santísima Virgen de Gracia.

A penas unos metros dura el recorrido oficial de la procesión, donde forman un largo cortejo las Hermandades, las asociaciones, los religiosos y la corporación municipal junto al Pendón de la Ciudad que se encontraba tras las andas de la Virgen. Como es tradicional el primer lugar que visita en su gloriosa procesión es el Convento de las Descalzas donde el clero aún la porta sobre sus hombros, siendo en este Convento donde es entregada a su pueblo que la llevará en volandas por las calles de Carmona.

A las diez y veinte de la mañana Carmona con su Virgen en los hombros abandonaba el Convento de las Descalzas y se dirigía hacia el barrio de San Blas cuando aún la torre de Santa María contemplaba el momento de fervor y devoción de un pueblo. Ya la banda de música se había marchado y ahora eran los rezos de los fieles el sonido que envolvía la procesión. La Virgen de Gracia fue buscando el Templo de San Blas por calles estrechas que engalanadas la esperaban. Gran esfuerzo tuvieron que hacer para salvar los flecos de papel que decoraban las calles para que no rozasen el templete de la Virgen. Emocionados vecinos contemplaban como su Virgen entraba en las calles del barrio después de tantos años de espera.

Poco a poco dejó atrás San Blas y abandonaba las calles antiguas de la ciudad para adentrase en los barrios nuevos, en calles que no tienen ese sabor antiguo pero que es muy honda su devoción por la Virgen de Gracia. Con el sol brillando en todo lo alto la Virgen de Gracia paseó por todos los barrios de la ciudad dejando estampas únicas en una gloriosa mañana de fervor mariano. La Virgen de Gracia atravesó el barrio de San Francisco buscando la Alameda Jara que unos días antes el Ayuntamiento de Carmona había aprobado rotularla con el nombre de su venerada Patrona.

La Virgen de Gracia atravesaba la ciudad por rincones donde nunca había paseado y volvía su mirada a los mayores que emocionados la esperaban o recibía en sus andas a los pequeños que por vez primera la contemplaban. Con un retraso en el horario previsto que poco importaba, procesionaba por los aledaños de la Necrópolis buscando la casa salesiana de María Auxiliadora antes de adentrarse en la feligresía de San Antón.

No faltaron hombros para llevarla en ningún momento de su largo recorrido procesional. El sol se marchaba cuando la Virgen de Gracia llegaba a la Parroquia de San Pedro que la recibía con la emoción y la devoción que solo Carmona sabe demostrar a su Virgen de Gracia.

Tras abandonar San Pedro la Virgen de Gracia dirigió su mirada a la Plaza de Blas Infante, a esa majestuosa puerta de Sevilla. Fue en este lugar donde el 15 de septiembre de 1990, fray Carlos Amigo Vallejo, imponía la corona de oro sobre sus sienes a la Santísima Virgen de Gracia. Tras atravesar la puerta de nuevo regresaba a las calles con sabor antiguo buscando la Iglesia de San Bartolomé y la Iglesia de San Felipe.

Las Hermanas de la Cruz la recibieron con los brazos abiertos, como también lo hizo el Templo de Santiago cuando la luna contemplaba como Carmona arropaba a su Patrona. Las hermanas Clarisas la esperaban emocionabas en el interior de su Convento tras el cual caminó hacia el Templo del Divino Salvador buscando la Plaza de San Fernando antes de que la esbelta torre de la Prioral la contemplara por la calle Martín López. Ya las primeras horas de la madrugada habían llegado cuando de nuevo su pueblo regresaba a la Parroquia Prioral a la una y cuarto de la madrugada. Fueron 15 horas de fe y devoción de un pueblo que se rindió a las plantas de la Santísima Virgen de Gracia. 

Carmona guardará en su memoria todos los momentos vividos en el glorioso día del 23 de septiembre y esperará y soñará con tener de nuevo en las calles a su Patrona, a Santa María de Gracia Coronada, aquella que guarda y protege a su pueblo milenario que la venera desde hace cerca de ocho siglos cuando fue hallada en este bello rincón mariano.

Fotos: Manuel Pinto Montero.










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