La Sombra de la Esperanza. Antonio Sánchez Carrasco

Tempranera luz la del día de San Clemente, el que fuera llamado cuarto Papa aunque en sus tiempos aún no se estilaba el Título.

Juramento de un nuevo asistente de la Ciudad de seriedad isidoriana que no por sonreír se es mejor alcalde.

La Capilla Real de bote en bote con guardia de los ingenieros que honran a su patrón. Selfies con los restos del Rey Santo, ese que ahora algunos han descubierto que mataba musulmanes, a lo mejor pensaban que la reconquista se había hecho con manifestaciones.

El sábado culminamos los fastos del 775 aniversario de la reposición del culto cristiano en la Ciudad con una hermosísima procesión con la Virgen de Valme y San Fernando casi por el perímetro de la Catedral, con un impresionante cortejo lleno de detalles.

Sin embargo de la semana me quedo con la noche del sábado en la que fuimos invitados Lola y yo a la entrega de premios Carlos Schaltter a los que nos dedicamos a difundir la Semana Santa y es que todo lo que hace la Hermandad de la Milagrosa tiene un cariño al que no te puedes negar. A todos nos gusta estar donde te reciben con los brazos abiertos y donde te enseñan la casa como si fuera la tuya.

Para colmo este año a dos de los premiados los venero, a don Francisco Robles, el Niño del callejón, que me dió la alternativa en la TV admirador de mis enfosques de tostada con derivados del cerdo, y culpable de que en mis tiempos de más tieso me leyera su libro Tontos de Capirote  en un centro comercial apuntando en que página me quedaba para la siguiente vez. También me hizo mucha ilusión el premio de la gente del Palermasso, por fin el Pani me puso una cervecita y echamos unas risas con él, el Penella y el Isidro; sólo nos faltó el capataz que andaba por tierras gallegas. Y para colmo lo presentaba mi amigo  Juanmi, una de esas personas  que tengo la suerte de que la vida me puso en el camino, que acompañado venía  de sus padres con los que hacía tiempo que no compartíamos un rato.

Y por si faltaba algo Javi Martos y sus hermanos nos trataron de maravilla y una tarde que empezó en el centro de una Sevilla masificada terminó a los pies de la Virgen del Rosario y el Cristo de la Esperanza, mirando su sombra me quedé pensando en la suerte que tenemos de disponer en cercanía de gente como la de la Milagrosa que luchan a diario por mantener la Fe a Cristo y a su Madre. Ojalá ahora que todos los horarios se están retocando se haga hueco para que el Señor de la Esperanza y la Virgen del Rosario acaben entrando en la Catedral. La sombra del Dios que llora por Ciudad Jardín debería de reflejarse por Sevilla en estos tiempos en los que estamos tan  necesitados de la Esperanza que atesora entre sus manos. También la miré a Ella la última vez que la vi mi Padre estaba hospitalizado y yo pendiente  de recibir el yodo radiactivo y con más miedo que un delegado de día con una huelga de costaleros.

Llegó hasta nosotros surcando las viejas calles donde jugó mi Madre y en una de esas paradas alguien que me vio en un momento apretado y me dio una estampa con su bendita cara, el 31 de octubre le dieron el alta a mi Padre y el 2 de Noviembre yo pasé el tratamiento sin problema. Pocos días después fui a buscar aquella estampa y ya no la encontré, era como si habiendo hecho su tarea ya no necesitaba estar más tiempo conmigo. Y el sábado allí estaba vestida de negro por los hermanos difuntos. Rezamos ante los titulares y nos despedimos de la familia del escapulario verde con una sonrisa, el cuerpo lleno de agradecimiento y en la mente y en la cámara la poderosa silueta del Señor de los sueños. Gracias, gracias y gracias.

#LosLunesAlSol

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.